Perdonen que el título esté en italiano. Si lo escribía en español, con estos calores veraniegos, la probabilidad de que Vds. pensarán en otro tema (¡ejem!) era máxima. Pero también, con la excusa del idioma original, quería apuntar directa al destino: la bella Italia. Allí dónde “por primera vez” comenzó todo.
Y para centrar más la cosa, hablamos de helados. Porque, dadas las fechas, toca refrescarse. Les “invito” a un bombón helado. Y, una que es así de generosa, a saborear… ¡el primer bombón helado del mundo! ¿Gustan?
El ingenioso Sr. Pepino
Nos ubicamos en el centro de Turín. Una plaza de esas que cuatro palacios –compitiendo entre sí en belleza- forman su perímetro: la Piazza Carignano. En una de sus esquinas, en la planta baja y ya, para que no se pierdan, en el número 8, el señor Domenico Pepino allá por el año 1884 llegó a esta ciudad con su familia y con muchas ganas de trabajar. En este local abrió su heladería.
Era innovador y muy buen comerciante. Y este espíritu ha permanecido en la empresa años y años. Un buen día mientras trabajaba, uno de sus sucesores tuvo uno de esos momentos (que todos quisiéramos tener alguna vez en la vida) en el que se le ocurrió una idea que, en principio, parece insignificante y que luego, se transforma en un gran invento. Y hasta uno llega a preguntarse: “¿Cómo no se me había ocurrido antes?”. Y ya, te cambia la vida y, te hace millonario. Ese día dio con la fórmula de servir el helado cubierto con chocolate y con un palo en su interior. Por supuesto, lo patentó.
Jugando con la sonoridad del apellido del fundador y con la forma negra y helada, lo llamó “Il Pinguino” (un pingüino comestible). El eslogan comercial fue: “Gelato Pepino goes everywhere”. Listo para llevar. Porque como saben, para los italianos il gelato es el acompañante fiel de todo el año, haga frío o calor.
¿Quién no quiere un “pingüino?
Y claro, si se visita Turín, a nada que uno tenga un poco de curiosidad, querrá entrar para ver si todavía este pequeño invento -pero grande a la vez-, sigue en vigor. Y… ¡ya lo creo que lo está!
Eso sí, cosas del paso del tiempo, aquel “pingüino” que nació en 1939 hoy, se ha sofisticado un poco. Bueno, bastante. Ahora se sirve dentro de una cajita. Casi como un regalo que hay que abrir con sumo cuidado. ¿Por qué lado estará el palo?
Y, como habrán intuido, el precio en este devenir, también ha ido in crescendo. No te deja “helado” cuanto tienes que pagar, porque es de esos pequeños placeres que adquieren casi magia cuando uno detiene un poco el ritmo del viaje, y puede saborear in situ un bombón justo en el lugar donde fue inventado. Y rodeado además de bellezas arquitectónicas si se lo toma en la terraza.
Turín, un verdadero peligro para los golosos
Y si Vds. son amantes del dulce también tienen otro “descubrimiento” vinculado a este delicioso manjar. La famosa bebida de Turín, el “bicerín”, es un café con chocolate, crema de leche y sirope. Sí, deja un poco atrás a su caffè fratello cappuccino.
Me temo que debo parar ya esta “invitación”, pues no quisiera yo que, por mi generosidad, Vds. engordasen demasiado. A buen seguro, si pasean por Turín, a nada que se descuiden, el chocolate… ¡saldrá a su encuentro! Buon appetito