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Zona de embarque

Asesinato de Venecia

 

Los canales, cada vez más turbios. Ya de por sí, toda una alerta. Pese a ello, la última moda: paseos en Kayak a dos remos. Se acaban de prohibir en algunas zonas. La UNESCO de nuevo advierte: Venecia está “en cuarentena”. El estatus de Patrimonio Mundial requiere especiales cuidados.

Aquella epidemia de Thomas Mann parecer resurgir, con una nueva faz. “Al principio, se ocultaba a los turistas”. Luego, cuando ya se supo, “era extraño ver a un extranjero en la ciudad”. Hoy, lo es ver a un veneciano.

La ciudad entera es hoy un festival

Venecia está a merced del amarre de los cruceros y del estacionamiento de autobuses. Ya no se puede pasear. Sólo fotografiar aquí y allá. Sin tiempo. El ritmo de hordas de turistas es el nuevo vaivén de la ciudad. Son las nuevas máscaras. La ciudad se ha convertido en una máscara de sí misma.

De aquellos compases trágicos del Adagietto de la Sinfonía nº 5 de Gustav Mahler elegidos por Visconti, hemos pasado a otra banda sonora: al ruido constante del arrastre de las maletas. Se quiso penalizar con una tasa. Impedía el sueño pacífico de los residentes.

Y está enferma venmanosred

Ya se intuía que necesitaba una gran recuperación. En la lucha titánica ingeniería versus naturaleza, el Proyecto Moises fracasó. Quería con grandes esclusas cerrar las aguas -en lugar de abrirlas como su predecesor homónimo-. Paradojas del devenir de los tiempos. ¿Visitaremos, quién sabe, una ciudad sumergida? Hasta ahora los troncos invertidos, ese “bosque al revés”, que son los cimientos sui generis de Venecia han sabido resistir.

Y esta enfermedad ¿es grave? El arte se torna aquí en todo un síntoma de la afección que sufre. Las manos suplicantes de Lorenzo Quinn parecen querer sostenerla ante el peligro. Pero, ¿serán suficientes? ¿frenarán el “hundimiento”?

Es la factura del turismo. En esta ciudad, la cuenta de débito está siendo desmesurada. Los turistas se mueven en rebaños. Y éstos cada vez son mayores. Es la moderna trashumancia. Todos detrás de este nuevo pastor: el guía. venpezred2

Venecia era un pez.   

Al adorable “pez” que nos hizo ver –y querer- Tiziano Scarpa le quitamos el sedal y el pescadito no pudo nadar. Tenía ya todas sus escamas dañadas. ¿Muerte o fue tal vez asesinato? Los turistas no supimos cuidarlo. Las medidas de protección, tampoco resultaron eficaces. Pero ¿Acaso se puede poner una multa a la belleza?

La belleza tiene un pacto secreto con la crueldad porque esclaviza. Y, en ocasiones, tanta hermosura, lleva a derrota. A morir de éxito.

El Puente de los Suspiros, es hoy el de los llantos.

PD. Fondo musical para este post: Una noche en Venecia. Obertura. Johann Strauss

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