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Zona de embarque

Los cotillas también viajan

 

La idea era disfrutar de la brisa del mar: Un paseo por lo alto de un acantilado con vistas al Mediterráneo. Pero, apenas lo vimos. Íbamos un grupo de amigas caminando y, después de un largo rato nos dimos cuenta de que prestábamos más atención a todas las casas situadas en esta primera línea privilegiada. Como era verano, casi todas estaban habitadas, con las puertas abiertas, gente leyendo en los jardines, tendiendo las toallas, en el ajetreo de preparar la cena…

Si ya pasear es cosa bien sana, cuando la ruta sigue una hilera de viviendas entonces adquiere un plus de entretenimiento que, para quienes somos cotillas, atrapa. Yo creo que los sociólogos deberían estudiar este comportamiento porque debo confesarles que en mi caso la cosa va ya a mayores. 

Si Vds. también sufren esta, llamémosle “tendencia a la visión hogareña ajena”, ¿se animan entonces a dar un paseo conmigo? Nuestro destino fisgón está en Calpe (Alicante), en lo alto de un acantilado. “Entraremos” en tres edificios (nada más).

En muchas ocasiones he escuchado que en la década de los setenta todas las construcciones eran feas. Romperemos en este recorrido esta taxativa sentencia, pues este rincón de casas destaca precisamente por su especial atractivo.

Vivir en una “muralla”

El primer conjunto de viviendas es “La Muralla Roja”. El arquitecto Ricardo Bofill encontró la inspiración en las barriadas árabes (casbas). Y verdaderamente en este complejo se logra la sensación de laberinto, de ese perderse por estrechas callejuelas, pasillos y escaleras. 

Asimilamos murallas a aquella señal prohibitiva de “no pasar”. Y aquí este mandato se cumple a rajatabla. De tan llamativo que resulta el edificio, somos tantos los que entramos a curiosear que, las normas internas de la comunidad de vecinos han regulado de forma bien minuciosa estos accesos de terceros. Cada vez más restrictivos porque este lugar es el más ansiado para poses de Instagram. Rojo pasión y mar de fondo: ¿Qué influencer no sucumbiría a esta combinación? Avisan incluso de que cuentan con inhibidores de drones en su perímetro.

Este inmueble ha sido elegido por muchas empresas para sus anuncios (seguramente recordarán el de unos grandes almacenes de hace unos años). Uno de los publicistas destacaba el parecido con los cuadros de Escher: “visitar este complejo es casi como estar dentro de ellos”. Otros lo denominan: “arquitectura al cielo”, porque termina en color azul y, en algunos días cuando la tonalidad es la misma, no se sabe dónde acaba la edificación.

Ciudad jardín

En el edificio vecino, “Xanadú”, la inspiración está centrada en la idea de “ciudad jardín”. Tiene la estructura a modo de árbol: el color verde de sus ramas, perdón apartamentos que sobresalen por todos lados. La idea de vivir entre pinos está lograda a la perfección. Les recomiendo “escalar” un poco por su “tronco” de escaleras. 

Si la Muralla Roja nos lleva hasta los cuadros de M.C. Escher, el edificio Xanadú tiene también un parecido con las obras inspiradas en el Edén de Friedensreich Hundertwasse.

¿Se imaginan residir en un “anfiteatro”?

Terminamos esta ruta metomentodo en el tercer complejo de viviendas del mismo arquitecto que los dos anteriores. Tiene la forma de un anfiteatro griego (de ahí el nombre). La nota original es la ubicación de la piscina situada en el “escenario”: nadar y actuar todo es uno. Y los “palcos” –todos, como no, asomados a la “orchestra”- son las viviendas que, en su parte trasera, están orientados al “pasillo”: al mar Mediterráneo.

Los empleados de las empresas de reparto a domicilio están encantados cuando les toca un servicio a este lugar. “Aquí sí hay quien viva”, me decía un repartidor en términos televisivos.

Como ven tengo pruebas fehacientes de que en los años setenta sí se construía buscando la belleza. A ver si esto que yo creo que es un interés cotilla, va a ser una reminiscencia de la búsqueda de la belleza. Y lejos de ser una cotilla, voy a ser una clásica. 

¿Cómo llegar?

Si Vds. también están afectados por este “virus chismoso” y quieren visitar por su cuenta estos tres edificios, una de las formas más bonitas para llegar a ellos es siguiendo el Paseo Ecológico que comienza en la playa del Arenal-Bol y transcurre por todo el acantilado. Un itinerario de aproximadamente dos kilómetros al aire libre, con el mar Mediterráneo como acompañante fiel que, espero que Vds. sí lo vean. No les vaya a pasar como a otras que, de tan cotillas…

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