Parece ya ser un asunto de la prehistoria cuando dividíamos la vida en dos dimensiones, la famosa disyuntiva del modo online y offline. Ser analógico o digital, ésa era la cuestión.
Una amiga me cuenta su gran pesar: “Vivo en modo Zoom”. No le falta razón, muchas horas de nuestra vida junto al ordenador se reducen a dos sentidos: la vista y el oído únicamente.
Con el fin de mitigar un poco este trance de la pandemia, somos muchos los que estamos haciendo una lista de cosas buenas. Entre ellas hay una que quisiera compartir con Vds. Es de mis favoritas.
Y así, de paso, romper un poco la monotonía de este vivir a través de la pantalla; En estas fechas de arrebato primaveral, con Cupido rondándonos, les propongo, apagarla, olvidar el teclado y celebrarlo al aire libre (por supuesto, mascarilla mediante). ¡Nos vamos a los jardines!
Para ligar con los bares cerrados, la propuesta más exitosa por ahora es: “¿Quedamos en tu parque o en el mío?”. Convendrán conmigo que es mucho más romántica que aquella indirecta (¿directa?) de: “¿en tu casa o en la mía?”.
En esta era Covid celebrar San Valentín en los parques, no sé a Vds. pero a mí me parece un planazo. Y ya, según el interés en la otra parte, se puede elegir uno más pequeño o más grande con la posibilidad de acortar o alargar el trayecto según cómo vaya la cita.
Si por temas de alergias primaverales esta opción no entra en sus planes, tienen la modalidad B, mucho más práctica; Es la versión: “¿En tu súper o en el mío? Los alemanes tienden más a esta variante que termina en la zona donde más margen comercial tienen: la de los vinos. Y ya de ahí… Sí proceden los puntos suspensivos.
Llámenme teatrera
Yo hace años que dejé de ver los parques como un rincón lleno de vegetación y de bichitos y pasé a disfrutarlo también como un hábitat 100% humanoide. Y todo fue tras la obra de teatro “La continuidad de los parques”, en la que cuatro actores interpretan más de veinte personajes distintos, cada uno con su historia: un mendigo, un barrendero, un solitario… Y, toda esta densidad del vivir confluye en apenas los dos metros de un banco.
De la cena con velitas a un picnic con azahar
Y nos vamos un rato a descansar al Parque Valentino en Turín. Ya por el nombre habrán intuido que nuestra parada pueda tener algo que ver con algún rincón lleno de vida propia. Y efectivamente, listísimos lectores, como en la obra de teatro, les cito en el famoso “Banco de los Faroles”. Todo un derroche de ternura contagiosa.
Seamos realistas, es posible que la cita o el paseo no termine en un tono amoroso. No se preocupen, también tengo para Vds. un Plan B: un banco en el que pueden descansar y, árbol por medio, cada uno a lo suyo. Se encuentra en Poitiers (Francia)
En este tiempo de confinamiento no podemos ir hasta estos bellísimos lugares y, mi amiga sigue triste por su vivir enclaustrada en 2D. Por ello he añadido una tercera dimensión; Le he propuesto sumar un sentido más: el olfato. ¿Hay algo más amoroso que dar un paseo por la huerta murciana entre el azahar de los limoneros? Y de ahí a perderse, no hay nada. Puntos suspensivos.