Estos días de vacaciones hemos sido testigos de aquellas viejas imágenes de la era prepandemia: atascos; terrazas completas, primera línea de la playa a rebosar…
El gran dilema que nos ronda es si todo ha sido por la necesidad de escapar ahora antes de que la cosa pase a peor o, por el contrario, si estas son ya las señas fehacientes del anticipo de una recuperación de todo el sector turístico. He leído informes en ambos bandos. Y todos con argumentos que me convencen.
¿Ilusión o realidad?
Para salir de este vaivén entre el espejo ilusorio o la recuperación real quería, a modo de chuleta, dejarles un híbrido para poder seguir viajando con presupuestos de crisis, esto es, en plan monedas sueltas. Y para no hacerles el cuento largo, lo centro en tema de transporte público.
Vuelos low-cost, ¿volverán?
Si el elevado precio del transporte puede eclipsar aquel soñado -y paradójico- mundo de los “vuelos low cost” (en los que resultaba más barato ir a otro destino situado a más de 2.000 kilómetros de distancia, que visitar otra ciudad de tu propio país en tren o autobús) entonces, no nos quedará otra que recorrer los destinos en autobús.
Yo me bajo en la próxima; ¿Y Vd.?
En Lisboa, el trayecto del tranvía 28 permite una panorámica muy completa de toda la ciudad ya que recorre todos los barrios. Con paradas en lugares panorámicos. Eso sí, como los turistas somos quienes más utilizamos esta famosa línea, ya hay carteles que advierten del peligro de robos en el interior de los vagones. ¡Escondan bien sus carteras nada más subir!
En Berlín, la línea 100 es la que realiza el recorrido completo de la ciudad; En ocasiones hay folletos explicativos dentro del autobús de los lugares por los que va circulando. Se agotan en nada. Esta línea tiene un valor histórico singular ya que fue la primera que se ideó para unir la parte occidental y oriental de la ciudad. Alexanderplatz; la Catedral del Berlín, Puerta de Brandeburgo; la isla de los Museos… todo por unas moneditas no más.
En Londres, es el 159 el que nos muestra todo el centro con el aliciente de que si tenemos suerte y nos acomodamos en la primera fila de la planta alta, tenemos garantizadas unas vistas casi a la altura de un minidron. Una de sus 35 paradas es en Oxford Street, famosa calle con más de 300 tiendas… Lleven cuidado porque también en esta ruta se puede perder la cartera, no por robo sino porque si uno se deja llevar… (¡¡300!! ¿Quién puede resistirse?)
En Ámsterdam el tranvía 300 hace las veces del “city-tour” sobre ruedas. Pero en esta ciudad, lo mejor sin duda es bajarse de él y, sí o sí integrase cual habitante local y pedalear.
Aquella famosa exigencia -casi ilusoria- de la triple “B” (Bueno, Bonito y Barato), ojalá siga vigente y sí sea una realidad en el mundo de los viajes. He aquí un par de euros no más, perdón, un pequeño grano de arena quería decir.