Lejos de tumbarnos sobre la toalla y ya, de ahí, vuelta y vuelta, viajaremos hoy por tres playas siguiendo la línea vertical. Con ella, no se asusten, llegaremos a la altura de las nubes. Sin mucho esfuerzo, eso sí, que con este calor de agosto no sería un plan muy atractivo.

Nuestro guía acompañante será Vitruvio. Cuando ya las ciudades romanas crecían, rápidamente advirtió las bondades de la construcción en altura: “Como las plantas bajas no pueden proporcionar alojamiento a tan gran multitud dentro del recinto urbano, las circunstancias mismas obligan a recurrir a la elevación de los edificios. (..) Gracias al espacio ganado en altura con los múltiples entramados, el pueblo romano tiene viviendas excepcionales sin mayor problema”. Luego, como gran sabio que era, cambiaría de opinión.

Recorremos estos municipios alicantinos siguiendo el orden alfabético de las tres primeras consonantes: Benidorm, Calpe y Denia.

Benidorm

Desde aquel tratado de arquitectura hasta la actual Normativa Sectorial de Edificación del Ayuntamiento de Benidorm con su famoso artículo 26: “La altura es libre”, han transcurrido siglos de ordenación de las ciudades. Y persiste un dato reiterado: la elevación siempre fue una constante.

Por ahora, la máxima altura la alcanza el Rascacielos Diamante con 45 plantas.

Junto a estas primeras líneas de rascacielos (con la curiosa excepción del Ayuntamiento que está construido en sentido horizontal; Sí, aquello de llevar la contra también se lleva en arquitectura), que dominan las dos playas: Levante y Poniente, el municipio vecino, Calpe, tiene también su skyline original.

Calpe

En este caso ha sido la fuerza de la naturaleza -y el paso del tiempo- los que han moldeado el perfil de El Peñon de Ifach. Esta roca de 332 metros de altura sobresale desde la línea de playa, queriendo hacerle un guiño a los rascacielos vecinos de Benidorm que se alinean detrás de ella, en una provocadora posición ventajosa de proa diciéndoles: “Aquí estoy yo”.

Se puede escalar hasta la altura del túnel sin mayor dificultad. Yo, la primera vez que me disponía a ello (recelosa al encontrarme a los pies de tan inmensa mole desafiante), vi que caminaban de regreso muy felices una madre con su hija: “Sí, hacemos esta ruta todos los domingos para ponernos al día en nuestras cosas”. Con esta respuesta, me animaron a continuar, ya sin dudas.

En el camino de subida hay un Centro de Interpretación muy interesante. Y también, varios miradores para ir amortiguando el esfuerzo en ellos. El punto de llegada fácil termina atravesando la roca por un túnel; Desde él, las vistas son espectaculares. Da la sensación de estar sobre la proa de un trasatlántico. Algunos días, desde este atalaya se puede ver la isla de Ibiza. 

Denia

Seguimos en estas alturas de vértigo y nuestra última parada nos lleva hasta otro municipio vecino: Denia. En él encontramos dos hitos: El Castillo que domina el pueblo desde lo alto. Y, un poco más arriba está el famoso “Sombrero de Montgó”. Las nubes, empujadas por la brisa del mar, chocan y se enganchan, casi como un anillo rodeando este macizo. ¿Quién dijo que no se podía estar en las nubes? Cada día este “mar de nubes” es diferente. Yo, la primera vez que lo vi, pensaba que se avecinaba una gran tormenta al ver ese día un gigante nubarrón que cubría por completo toda la montaña. Pero… mis amigos dianenses se rieron de mi “previsión meteorológica” y me explicaron este fenómeno atmosférico tan llamativo. No se lo pierdan. Aparece muy temprano por la mañana.

Desde esta altitud también se puede viajar en el tiempo e intuir aquellas épocas en las que “el mar estaba plagado de piratas. Ciudades y estados enteros caían en el abismo de deudas a causa de los despiadados tributos que imponían los romanos”.

Vitruvio y sus compañeros, tienen -sorprendentemente- máxima actualidad. Espero que esta ruta de altura no les haya provocado vértigo. Si así fuera, siempre nos quedará la posición más sosegada, típica de la tumbona de la playa.

Hoy permítanme que me despida “por todo lo alto”; Aquí me quedo -en estas alturas- avistando por si llegasen de nuevo piratas.