Incluso, de dónde eres. Hace unos días se celebró en Cádiz el IX Congreso Internacional de la Lengua Española. Resultaba complicado cada jornada organizar bien la agenda de ese día para poder asistir a las sesiones plenarias junto a tantísimas actividades paralelas: exposiciones de arte; presentaciones de libros en azoteas de las famosas casas-torre (con cocktail incluido); conciertos, paseos guiados…. Hispanohablantes de las dos orillas nos reuníamos bajo el lema: “Mestizaje e Interculturalidad”.
En apenas tres meses se ha organizado la nueva ubicación desde Arequipa (Perú), que era el lugar donde estaba inicialmente prevista la celebración. Tiempos complicados aconsejaron este cambio.
Casi me delato
Yo asistía un poco preocupada porque unos días antes de ir había leído que la palabra “cuchipanda” ya está casi en desuso. Y, claro, no era muy coherente ir a un congreso de lengua con palabras anticuadas. Mi edad ya quedaba delatada. Con todo, antes de ir hice una encuesta en mi trabajo y, sí los más jóvenes se reían al escuchar esta palabra demodé. Soy de la época de las felices pandillas juveniles que jugaban en la calle. Les confieso que no la pronuncié para no perder mi acreditación.
Cádiz: todo un diccionario propio. Y también, con su banda sonora
La ciudad de Cádiz tiene su propio idioma. Las palabras gaditanas aparecían colgadas en todos los balcones y cierros. Los colegios habían participado en esta bonita iniciativa. Las más divertidas estaban en el Mercado. Estas “fachadas parlanchinas” atrapaban a todos -aquí ya, sin importar la edad-. Caminábamos con la cabeza en alto siguiendo estos diccionarios gigantes.
Comparto con Vds. algunas de mis favoritas: “No ni na” (una triple negación que se transforma en afirmación); “Tirititrán”, que todos la estiramos un poco más con un silencioso y mental “tan-tan”. Y la más popular y pegadiza: “Quillo”
Cádiz tiene también su propia partitura. Las chirigotas, esa original sátira social y política se completa con los chocantes romanceros. Es curioso porque aquellos trovadores de entonces se mantienen en esta preciosa réplica contemporánea. Las risas están garantizadas entre estrofa y estrofa. ¡Cuánta guasa!
Palabras que son balas
En el patio de la Casa Iberoamericana jóvenes periodistas llegados desde México y Perú respondían al gran dilema de qué hacer cuando contar una historia te puede costar la vida o perjudicar la de quien te la ha contado. Sí, la épica sigue vigente en pleno siglo XXI. Porque hay lugares en los que escribir es una profesión de alto riesgo.
De Cádiz a México
Yo siempre había querido conocer a alguien que hubiera escrito un diccionario (rarezas que tiene una). Y por fin lo he conseguido. Diez años de trabajo. Durante este tiempo Concepción Company ha recopilado el idioma que se habla en la calle. Más de treinta “regalos” de palabras mexicanas (chocolate, aguacate…) que hoy son una donación al mundo entero.
Dio mucho juego ese gran golpe -físico y moral- que es un “chingaputamadrazo” (pese a que parezca una triple palabrota). ¡Qué padre!
Conversaciones entre una abuela y su nieta
Esta es la bonita semilla del último libro de Soledad Puértolas. Al hilo de la charla fue descubriendo cómo las palabras de su nieta (ornitorrinco o el famoso músculo esternocleidomastoideo) ella, con la edad, ya no las usaba. Lo de cumplir años va a la par del diccionario. Vamos aprendiendo muchas nuevas y dejando atrás las de la infancia.
“Echar habladas” y atravesar más de veinte fronteras
Y así podríamos seguir platicando y atravesar más de veinte fronteras sin necesidad de cambiar de idioma. Porque la lengua puede ser el puente de unión entre varios mundos.
Eso sí, hay que extremar cautelas porque este viajar con la lengua nos define tanto que, a nada que nos descuidemos “nos vamos de la lengua” y delatamos todos nuestros datos personales.