Sí, léase en sentido literal. La publicidad del viaje destacaba: “Senderismo entre volcanes”. Magnífico eslogan, ¿verdad? Yo, sucumbí y allá que me apunté.
Todo comenzó hace diez millones de años (aquí los números no son del todo exactos, no me lo tengan en cuenta). Gran parte de la península, por aquellos días, se vio afectada con unas luchas de placas tectónicas. Hoy los volcanes están “dormidos”. Pero claro, nos alertaban los guías: “al 100% no podemos asegurar que alguno no se pueda despertar y…”. La emoción y la aventura están, como ven, aseguradas.
La ruta
El nuevo itinerario lo es recorriendo preciosos pueblos del Campo de Calatrava, alrededor de Almagro (Ciudad Real). Están inventariados cuatrocientos volcanes actualmente.
En estos paseos guiados con expertos geólogos se puede caminar sobre lo que mucho tiempo antes fueron las lavas de los volcanes. Este recorrido transcurre por los “antiguos” (aquí, para sí ser exacta, procede el superlativo: “antiquísimos”) restos de cráteres, coladas, cabezos y, también hoyas de aguas subterráneas.
En esta zona hay algunos hitos muy curiosos. Por ejemplo, en una fuente emana agua agría con gas directamente desde la tierra. Todos bebimos confiados en las bondades de este manantial que atraía, siglos atrás, a visitantes desde lugares muy lejanos que buscaban (y lograban tras beber en ella) mejorías en su salud. En el Centro de Visitantes se puede conocer la historia de las primeras embotelladoras.
Trasiego de grandes camiones
Lo que más nos llamó la atención es el “viaje” de estos volcanes hoy en día. Sus materiales y restos son tan valiosos que empresas extranjeras con grandes camiones extraen a diario (y, a buen ritmo) el corazón de estas montañas y se lo llevan a miles de kilómetros de distancia. Porque estas empresas emplean estos restos de material volcánico en muchos productos, hasta en la pasta de dientes que a diario usamos. Este “viaje” es de vuelta también, convertido en producto final apto para consumo.
En el acuerdo municipal suscrito, a cambio de las extracciones, han dejado algunos volcanes “musealizados” con plataformas de accesos para poderlos visitar con fines pedagógicos.
Los materiales preciosos, ¿quién no sucumbe ante ellos? Nuestros móviles también los llevan. De ahí la alerta tan sobrecogedora de Caddy Adzuba (Premio Princesa de Asturias) desde el Congo (“nosotros morimos para que Vds. puedan tener sus smarthphones”).
Otra forma más tranquila de poder ver estos restos volcánicos es pasear por las calles de Almagro; En ella sus adoquines están hechos con piedras volcánicas.
Y los volcanes también son comestibles.
Pero además de pisarlos, una pastelería familiar de Poblete ha creado “volcanes comestible”: los “Magmitos”. ¡Menudo mangar!
La “montaña” es un bizcocho; por su interior transcurre “la lava”: mermelada de albaricoque que, por su color naranja, simula al masticar, la lava suavemente deslizándose por la roca, que está ennegrecida con una capa de chocolate. ¡Irresistible! El maestro pastelero está dotado de mucho ingenio y buenísima mano para la cocina. Nos los comimos todos.
A este manjar se une otra bebida con sello propio, la denominación de origen de los “vinos volcánicos”.
Aquella paremia que tan a menudo mencionamos de la Montaña de Mahoma y, de ir hacia ella, en este caso es ella la que se mueve a otros países bien lejanos. ¡A ver quién la pilla!