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La fuerza (bruta) del Mediterráneo

 

En este otro lado del Mediterráneo no fue la lava de un volcán la que tapó por completo una ciudad en plena actividad y ajetreo cotidiano. Por esta franja de costa fueron gigantescas olas y viento las que hicieron desaparecer bajo la arena otra ciudad.

Una “Pompeya” muy cerca de Alicante.

Hoy disfrutamos de un paseo precioso entre dunas gigantescas de más de cuatro metros de altura; Un recorrido de varios kilómetros en el que podemos adentrarnos en un bosque mediterráneo. Nuestro destino: Guardamar del Segura (Alicante). Y, para ser más exactos, el punto final nos lleva a la desembocadura del río.

Como todo río, era un lugar muy codiciado para asentarse desde siglos. Los fenicios eligieron esta posición estratégica: agua potable asegurada y, el mar para sus aventuras comerciales.

“Como una ola”

Para quienes hemos cantado, gritando casi, aquella bonita metáfora de la fuerza del amor comparada con la de una ola, sabemos que “tiene una fuerza desmedida”; que “te hace perder el timón”; que “te lleva mar adentro”…  Tenemos esta melodía grabada en nuestras cabezas (y corazones) y, por ello, sí nos resulta fácil pensar que días de oleaje pudieron arrastrar la arena y llegar a cubrir… ¡una ciudad entera! ¿Exagerada? Hagan la prueba y canten en voz alta esta canción de Rocío Jurado. Ya me dirán el resultado.

Nada se intuía

De pequeño iba con sus compañeros de clase a jugar a las afueras de Guardamar del Segura. La aventura consistía en escalar las dunas y encontrar piedras raras escondidas bajo ellas. Así me lo contaba muchos años después de sus andanzas infantiles, siendo ya historiador, Antonio. “Por aquellos años nada se sabía sobre el origen de estas piedras”. 

Hoy, los arqueólogos nos han desvelado el gran secreto oculto bajo tierra: la ciudad fenicia de La Fonteta, una de las mejor conservadas de todo el Mediterráneo occidental. Restos de la muralla, calles, viviendas… de una ciudad datada en los siglos VIII-VI a.C. que se puede visitar y recorrer medio escondida aún entre dunas que la llegaron a cubrir por completo (¡menuda capa de protección!) durante siglos.

Hoy, la protección la hemos organizado con un vallado perimetral metálico; los hallazgos (vasijas, etc.) están custodiados en el museo y, cuenta con la catalogación administrativa como Bien de Interés Cultural. Yo me pregunto: Estas medidas, ¿asegurarán tan larga protección y eficacia como las dunas?

En Guardamar del Segura, uno puede tomar el sol tranquilamente en las playas. Subir al Castillo y, quedarse maravillado al contemplar las gigantescas dunas que desafían la pinada. Y, si uno se anima a hacer senderismo por las montañas cercanas, “están repletas de fósiles” (me seguía contando Antonio). ¿Hasta dónde llegaría la fuerza de las olas?

Una constante histórica

Paseando por la playa, casi con los pies todavía mojados, a escasos metros de la costa, encontramos esta “Pompeya alicantina”. Pero, junto a ella, también se pueden ver yacimientos romanos (restos de una balsa para trabajar la sal) e islámicos (restos de una mezquita).

El lugar sigue siendo estratégico en la actualidad. Tanto que también en este municipio está la antena de control de navegación marítima (conocida como “Torre de los Americanos”) encargada de transmitir las órdenes a los submarinos; Estos hoy, (¡qué casualidad!) también camuflados.

Los fenicios, qué bien supieron elegir sus ubicaciones. Nosotros, siglos después, tan sólo copiamos.

 

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