Los calendarios agrícola y ganadero están llenos de sabiduría. Y también, de arte. Con la llegada del calor, toca esquilar las ovejas. Momento muy esperado por las empresas de decoración y mobiliario para adquirir tan suave producto “fresco”. Pero en este ínterin, desde que son esquiladas y antes de la venta de la lana, se ha creado todo un museo al aire libre de arte efímero con la lana.
El esquileo
Cerquita de Toledo se celebra una vez al año el “Simposio Artístico Internacional de la lana”. En él se reúnen durante cuatro días varios artistas a vivir el esquileo, llenarse de inspiración y crear con la lana. En esta séptima convocatoria han llegado artistas de Holanda, Inglaterra y también españoles. Todos, para hacer magia con este material que parece casi seda cuando lo coges. La jornada de puertas abiertas permite a todos los interesados no sólo poder ver las obras, sino también convivir con los autores que van explicando todo el proceso. Ah, y también compartir unas paellas con ellos bajo las encinas y parrales.
Muchas empresas locales se suman a esta iniciativa: el postre (¡riquísimo pastel de nata!) lo aporta una panadería local; el vino también lo trae una bodega de la zona. Y así muchos más van sumando esfuerzos que logran esa nueva estrategia de comunicación del arte en la que las galerías “rompen sus muros” y quedan plasmadas en otros lugares, en este caso, en plena naturaleza.
Cruce de caminos
El lugar ya de por sí merece la pena. Es salir un poquito de Madrid (unas tres horas dura el trayecto en autobús que nos recogía a los asistentes en Atocha) y el destino está junto al Pantano de Cijara. En este “casi espejismo de mar” se encuentra la finca “El Arreciado”. Está rodeada de montañas, cada una de ellas, está en una provincia diferente. Todo un cruce de caminos (sí, en sentido literal) entre: Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Badajoz.
El paseo entre encinas con los artistas.
Comentaban que este trabajar in situ directamente con la lana constituye para ellos todo un desafío, pues supone dejar el estándar de la galería “tipo cubo”, que pasa a convertirse en algo totalmente natural.
Público y artistas fuimos caminando entre las encinas para ver el lugar donde cada uno de ellos había creado su obra. La simbiosis con la naturaleza es un dato más a tener en cuenta: “El soporte también habla” comentaban ellos. Este año, una de las artesanas se había inspirado en el cuento infantil de Pulgarcito y había colocado sus piedras cubiertas de fieltro hecho con la lana, al modo de las migajas de pan del relato. Imagínense lo que disfrutaron los niños en este recorrido. Bueno, y los mayores también, que conste. Y siguiendo este “camino pedregoso”, llegábamos a un “gran río de lana” con su caudal entre las encinas, que según la perspectiva, parecía confundirse con las nubes.
Otra escultura hizo un guiño al rol de la “oveja negra”, seleccionando, claro está, lana de este color. Un tercer artista había logrado con su creación de lana introducir la línea recta en la naturaleza, “algo sumamente infrecuente” destacaba. Y es que “hay obras que se entienden desde cierta distancia”. El artista invitado, reconoció con mucho humor cómo jamás había puesto su mano en el lomo de una oveja. Y por primera vez se puso “manos a la obra” (en sentido literal y artístico) dejando “su marca registrada” en veintitrés sacos de lana con guiños irónicos en sus etiquetas.
De la animación a la realidad
Este interés por la lana está despertando cada día más posibilidades. Es la primera vez que he podido ir a este recorrido “de la peluquería al arte”. Si pueden, se lo recomiendo. Pasar un día de convivencia con los artistas y rodeados de la naturaleza es algo que enriquece muchísimo.
La convocatoria para participar como creador y también como mero visitante se abre cada año. Y pueden estar tranquilos: para asistir, no se necesita llevar ninguna prenda de lana. El lugar bien la provee y, con mucha generosidad. En esta ocasión se han esquilado más de trescientas ovejas.
La imagen de felicidad que muchos tenemos de los dibujos animados de Heidi, al verla corretear y reír por las montañas con las ovejas, en este entorno deja de ser ficción y se convierte… ¡en una realidad!