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Cachito de China

 

Todo comenzó por el capricho de un ricachón que quedó prendado de unos murales. Los había visto en uno de sus viajes a China.

Tanto le gustaron, que sin dudarlo ni un segundo, sacó su pluma y firmó el cheque con el encargo de otro diseño igual para unos de sus salones de su palacio en España. Todo esto sucedía allá por finales del siglo XIX.

Es de esos lugares que, nada más entrar, uno tiene la impresión de estar dentro de un cofre gigante. Todas las paredes con fondo dorado contribuyen a este efecto luminoso y brillante.

¿Me acompañan a este exótico lugar? Sí, lo sé, es una pregunta retórica, pues yo creo que casi nadie se negaría a visitar por dentro un tesoro. Después de parpadear ante tanta belleza, uno fácilmente se cree que está en la mismísima China pero en este recorrido por las cuatro paredes no saldremos de territorio español.

Un palacio “muy parlachín”.

Se encuentra en la planta alta del Palacio de la Cotilla (Guadalajara). Este inmueble -de nombre tan dicharachero- era uno de los muchos que tenían en propiedad los Marqueses de Villamejor. Es un salón nada chabacano.

Esta dependencia, lejos de achicar el Palacio, lo engrandece. Está realizada con papel de arroz. Ese tan delicado y casi transparente que conocemos por algunas de las famosas lámparas chinas. Muy parecido a nuestro celofán. Tocarlo y que no se quiebre es casi un milagro. 

Se visita con luz artificial. Las ventanas están cerradas a cal y canto para proteger este delicadísimo material. Se asegura de este modo su conservación intacta.

Cuando vayan, tomen su tiempo en la visita, pues este salón chino hay que chequearlo minuciosamente. Cada pared va relatando una secuencia de una historia con muchísimos detalles.

Un examen con final feliz

Todos los murales, a lo largo de las cuatro paredes de la estancia, cuentan las peripecias de un estudiante, sus apoyos, sus colegas y, su examen de oposición con final feliz, pues se puede ver la celebración del aprobado. Con toda la caligrafía vinculada a su examen. Qué pena no saber chino para averiguar qué nota sacó al final. Pero… por la gran celebración se puede intuir que de notable para arriba seguro.

Actualmente -queramos o no- tenemos el cliché del sello <<made in China>> adherido a casi todas nuestras prendas de uso cotidiano (ropa, utensilios, etc.). Pensamos que son ellos, los chinos, los maestros de la copia. Pero… he aquí un ejemplo de cómo nosotros también quisimos copiar las modas orientales de decoración. En Madrid, hay otro palacio (hoy transformado en un hotel) que también tiene un salón chino muy parecido. Hace casi dos años también volvimos a copiar aquella sorprendente construcción de hospitales a una velocidad supersónica. ¿Mira que si al final todos vamos a ser unos copiones?

Y ya para ir terminado este cuento -que no es un cuento chino (aunque lo pueda parecer)- nada mejor que celebrar el aprobado del feliz estudiante protagonista de los murales con un brindis y su sonoro chinchín. Porque… ¿copiaría el estudiante en el examen?

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