Tal vez también les pasaba a Vds. en su época de estudiantes de primaria cuando en clase de geografía tocaba estudiar los ríos. El Guadiana era uno de mis favoritos, por aquello de que, de repente, desaparecía y, volvía a aparecer a muchos kilómetros de distancia; Generaba tal misterio que era de los que, en un examen, todos aprobaríamos seguro. Y, con nota además.
Desde entonces, esos ríos “tímidos”, que se esconden bajo tierra, me interesan muchísimo. ¿Se apuntan a una ruta con ellos? Cojan aire que nos sumergimos en dos de ellos.
Por el interior de una cueva
El primero es navegable en una barquita acondicionada para unas diez personas máximo. Eso sí, las maniobras de entrada y salida requieren algunas dosis de equilibrio para no volcar.
Son las Cuevas de San José en la localidad de Vall d’Uixó (Castellón). Se recorren a pie y en la barca. El interior de estas cavidades en ocasiones es tan pequeño que es necesario agacharse mucho para poder entrar por pequeñísimos recovecos.
El juego de la iluminación, muy escondida, (aunque a mí me tocó en la barca con el operario de electricidad y me mostraba algunos rincones donde había sido imposible esconder el cableado) provoca cambios en el color del agua: desde el azul, violeta, verde hasta casi transparente total que permite ver el subsuelo con mucha nitidez.
La sonoridad es espectacular. Pese a ello, los momentos de silencio absoluto son los que más me gustaron.
Si pueden, vayan con toda la familia. Es de esas actividades que gustan a todos sin importar la edad. Esta visita, como eslogan turístico, se publicita como “el río subterráneo navegable más grande de Europa”.
Una sima en la cima
Seguimos nuestra ruta con estos ríos que desaparecen y ponemos rumbo un poco más al norte; Subimos hasta los Pirineos, muy cerca de la frontera con Francia. De las cavernas, a lo alto de las montañas, ahí es nada.
Nos situamos en el valle de Benasque (Huesca) y desde aquí podemos hacer una caminata preciosa, rodeados por todos los puntos cardinales de los picos de las montañas, con suerte, nevados. Si se animan un poco más, esta ruta también se puede realizar con raquetas de montaña.
Verán qué sorpresa (y misterios de la naturaleza) cuando en un determinado punto de la ruta ¡¡millones de litros de agua del deshielo desaparecen bajo sus pies!! Este rincón es conocido como Forau d’Aigualluts (también como el Sumidero de Aigualluts).
Y, aproximadamente unos tres kilómetros después, aparece de nuevo. Y en forma de cascada. ¿Quién piensa aún que la naturaleza no es pura magia?
Un espeleólogo dedicó casi toda su vida a investigar este “enigma”. Al final, pudo descifrarlo vertiendo unos colorantes que le permitan saber qué curso seguía el agua.
Otros ríos
Bueno, junto a estos, están aquellos otros (muy interesantes también y fáciles de aprobar en los exámenes) que se hacen un lío en su curso bajo y forman un gran delta; Como si tuvieran miedo (como dice el bellísimo poema) cuando se encuentran ante un infinito mar.
Pero, como estrenamos año, nada mejor que, con el ejemplo de estos ríos que tienen la fuerza de reaparecer, podamos nosotros también coger buen “curso”, aunque ya no tengamos que examinarnos. Y ya, toca salir a la superficie de nuevo.
¡Feliz año nuevo tengan!