Este cuarteto femenino es la versión de “Las Chicas de Oro”, pero más juvenil. Comparten viajes (no chalet, como en la serie) y, un sentido del humor envidiable; Con la añadidura de que, en apenas cinco minutos, lo contagian a todos los que estamos con ellas.
Tiene una costumbre muy bonita (se la cuento por si quieren copiar): Hacer un viaje juntas por España una vez al año. Y, el primer y último día visten de forma parecida (mismo estilo; tonalidad, etc.). En esta ocasión, habían elegido bellísimos trajes rojos, que les daba un porte muy elegante (lucen tipazo las cuatro).
En su trayecto en coche, necesitaban hacer lo que se viene ya denominando en el argot viajero, una “parada técnica”; Ya saben, esa pausa -que todos precisamos- para estirar las piernas; tomar con café e ir al baño. Tomaron una salida indicada desde la autovía y, lo que ellas no esperaban es que, esa misma decisión la habían tomado también cuatro autobuses repletos de viajeros jubilados. El parking estaba situado en la parte trasera (por lo que los autocares no se podían ver desde la autopista).
La barra estaba a rebosar; Gente pidiendo y, más gente aún esperando apelotonada tras los que ya estaban en primera fila a punto de ser servidos.
Paseo colorado
De repente, Luisa, una de las mujeres de rojo (las cuatro tienen inteligencia para parar un tren) vio un pequeño hueco, a lo lejos, en el fondo en la barra. “Seguidme”, les indicó con mucha seguridad a las restantes.
Como si caminaran por una alfombra roja, muy esbeltas y guapísimas, con mucha seguridad y brío en cada paso que daban, atravesaron todo el bar y llegaron a este rincón que parecía estar destinado para ellas. Y, así resultó, porque en cuanto alcanzaron este rincón de la barra, se acercó la camarera sonriente: “¿Son las guías verdad? ¿Qué desean tomar?”
Era fácil caer en este error al ver cuatro mozas; vestidas casi igual; con la seguridad de quien domina perfectamente una situación… El caso es que no desmintieron esta confusión y pidieron amablemente sus cafés, sus pinchos de tortilla y sus tostaditas. Y Vds., ¿habrían dado explicaciones para enmendar este equívoco?
En apenas unos quince minutos, pagada la cuenta, regresaban felices al coche con el mismo ímpetu en sus pasos.
La inteligencia artificial y algunos algoritmos pendientes
Porque sí, Google Maps nos puede decir cuánto tardaremos, por ejemplo, en el trayecto de Murcia a Cuenca; nos dirá también si hay tráfico; si alguna carretera está en obras o si ha habido algún accidente. También nos puede indicar las gasolineras próximas; los restaurantes; las áreas de descanso, etc. Pero, falta una variable (que el algoritmo aún no ha precisado) y es saber de antemano si donde vamos a parar está lleno de gente o no, para calcular cuánto tiempo tardaremos en estas “ITV´s reparadoras de viajes por carretera”.
Entonces, ¿la puntualidad escapa de la inteligencia artificial?
Imaginemos que la aplicación (con todos sus algoritmos) calcula 4 horas del trayecto total. Y, nosotros en nuestro viaje tenemos que hacer dos paradas, con la fatalidad de que en ambas coincidimos con este barullo en las barras y, se nos va una hora en total, ¿quién podrá ser puntual en la hora de llegada entonces?
Trucos de las compañías y, qué hacer ante ellos
Otras compañías de viajes, aéreas sobre todo, miden la puntualidad de sus trayectos hasta el momento justo en el que avión aterriza y comunican felices que “cumplen con la puntualidad exacta”. Pero luego, subcontratan el servicio de recogida de equipajes con una tercera empresa. Y aquí sí nos puede tocar esperar desde un rato hasta varias horas. Y, una vez más, llegaremos tarde a nuestro destino.
El único remedio ante ello es copiar lo que hacían las Chicas de Oro de la serie de televisión (y también de estas cuatro mujeres vestidas de rojo) que todo lo solucionan con una chispa de humor. Y con mucha inteligencia… natural