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Viajar, ¡qué estrés!

 

¡Hay que ver lo que engañan esas fotos de playas tranquilas y tumbonas bajo las palmeras! Prometen un relax de esos en los que uno no sabe en qué día de la semana está. Pero, lo que no advierten es que para llegar a disfrutar de este edén paradisiaco, primero estaremos al borde de un ataque de nervios, casi rozando el infarto. Y también, cerquita del borde de la ley. Sí, sí, les cuento.

Cuba. ¿A relaxing beach? Fotógrafa: Ana Baizán

¿Qué hay detrás de estas imágenes idílicas?

Les presento a un nuevo “amigo” en nuestros viajes: el estrés de compra.

A la hora de comprar un billete de avión o reservar una habitación de un hotel, muchos portales introducen lo que ya se denomina un “estrés de compra”. Se trata de “animar” al usuario a que se decida. Y a ser posible de forma rápida, sin titubeos.

Tú estás tan tranquilo en la intimidad del cara a cara a escasos sesenta centímetros de distancia de la pantalla de tu pc, mirándola fijamente, pensando que si esta ruta aérea, que si aquel hotelito de la foto… y, ¡zas! salta de repente en la parte inferior “un intruso” que rompe la privacidad: una pestaña que te dice (como si fuera una voz en off en la distancia): “en este momento tres personas están mirando la misma habitación que Vd”. O, en otra variante: “la última habitación de este hotelito se ha reservado hace tres minutos”. La secuencia de advertencias es muy amplia. Y claro, justo en ese momento y sin darte cuenta, la prisa ya la tienes metida en el cuerpo.

La letra pequeña… ¿quién puede con ella?

Pero no acaba ahí la tensión emocional. A la ilusión inicial con la que empezamos a ver los portales de reservas y buscadores se sube la presión sanguínea un poquito más.Pues, con las prisas, hemos cumplimentado todos los datos personales y, queda aún una prueba más: una última cruz, la del “acepto”, ahí está la clave de todo. Con ella siempre nos toca pagar y asumir obligaciones.

Costa Rica. Naturaleza al borde del agua

Y he aquí que si uno se lee pacientemente toda la letra… ¿pequeña? ¡Diminuta! de la reserva en cuestión, cuando hayamos terminado de leer y vayamos a teclear en el “acepto”, la habitación o vuelo que queríamos reservar, habrá sido ya “aceptada” por otro viajero (estresado) que no leyó las condiciones jurídicas del anexo y puso la cruz rápidamente. Además de nerviosos, nos entrará una sensación de haber perdido una ganga por leer todo aquello que, a ver quién se acuerda ya del relax de aquella tumbona frente al mar con la que soñábamos.

La aceptación mediante un clic

Y yo, que soy adicta a las leyes, leo que en los contratos de compraventa (y en otros muchos más) el consentimiento se debe prestar de forma pausada, libre y nunca, ¡bajo presión!

Entonces, la cuestión que no me dejar dormir tranquila es: Si hay que reservar un vuelo o una habitación sin prisas, estos “estrés de compra” de las webs de viajes y alojamientos ¿son legales?

Un coche eléctrico baratísimo

Y aquí les cuento el caso famoso del Sr. Jaouad El Majdoub, un concesionario de automóviles alemán que encontró un coche eléctrico baratísimo en un portal de venta de vehículos. La web quiso dejar sin efecto “el acepto” que velozmente había tecleado el señor alemán.

Una vez superado el estrés... camino del paraíso

La discusión por la ganga llegó hasta el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europa que dictó Sentencia favorable al comprador. El Tribunal precisó que este clic del acepto sí sirve siempre y cuando el portal de venta permita imprimir y guardar el texto con todas las condiciones antes de la compra del billete o la reserva del hotel.

Y esta posibilidad de imprimir y guardar antes, ni siquiera los más cautelosos pueden hacerlo porque muchas webs no lo permiten. Y es que como ven, el botoncito del “acepto” tiene mucha enjundia legal. Pero, por favor, no se estresen.

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