No sé si Vds. son (o han sido) aficionados a los tebeos. Uno de mis favoritos (que aún sigo leyéndolo con mis sobrinos) son las viñetas del gran Ibáñez “13 Rue del Percebe” donde se podía ver (y también cotillear) el interior de un edificio de vecinos, a cual más extravagante. Desde la portera en la planta baja hasta el ladrón escondido en la azotea, ¡cuántas risas!
Hoy vamos a hacer un recorrido que se parece mucho a entrar en esta viñeta. Únicamente cambiaremos la dirección postal; De la imaginaria “13 rue del Percebe”, llegamos a la real que se encuentra en el Pasaje Kunsthof en Dresde (Alemania). Notas comunes: planta baja, tres en altura y una azotea. ¡Allá que nos vamos!
Merece la pena dejar el centro histórico, cruzar el río y llegar al barrio Neustadt. No sólo para perderse un poco por este pasaje de fachadas curiosas. Todo el barrio está lleno de rincones con actividades culturales: bares donde se puede ver cine al aire libre en hamacas; solares donde se representan obras de teatro, pequeños restaurantes de esos que tan sólo tienen tres o cuatro mesas máximo… ¡un no parar!
Este Pasaje comunica dos calles a través de unos pasillos, arcos y callejuelas estrechas que abocan a varios patios interiores. Uno de ellos les va a sorprender y, ¡de qué manera! Hay en él toda una competición artística. De esas que saltan a la vista.
A ver, que levante la mano quién no ha dicho alguna vez aquello de: “¡Esta casa parece una jungla!”. ¿Se imagina vivir en una que sí lo fuera “de verdad”? Sí, sí, en sentido literal.
Hoy les llevo a un lugar dónde efectivamente las apariencias… no engañan. ¡Ah! Y nada que ver con desorden ni con líos. En este inmueble los vecinos “conviven” pacíficamente con aves, monos y jirafas. Los balcones son de bambú. ¡Selva casi en estado puro!
Otras de las fachadas es de oro “casi macizo”. Aquí si decimos aquello de “esta casa es una ruina”, no sé yo si terminaremos de convencer a los vecinos… En ella los reflejos del sol causan maravillas.
Una tercera, pensada ahora para los días lluviosos, es mi favorita. En la que permite jugar con la lluvia que, al caer por las tuberías, se convierte casi en una orquesta sinfónica.
Amarilla del sol, azul del cielo y verde de la naturaleza, tres fachadas de distintos colores con los que se ha querido dar una muestra bien llamativa de la recuperación urbana tras el daño que esta ciudad sufrió después del bombardeo en la Segunda Guerra Mundial. La reconstrucción de muchos edificios junto con estas expresiones de arte, son ejemplos de la “nueva Dresde”.
Por cierto, este patio de vecinos que también tiene su puntito de semejanza con “La ventana Indiscreta” ¿no les parece? Sí, sí, paro ya que me estoy pasando de cotilla y no quisiera yo causarles una mala impresión.
Y ya, de regreso al centro histórico, si nos hemos quedado con ganas de seguir viendo fachadas, se encuentra el mural más grande del mundo, realizado con más de 24.000 azulejos de porcelana. Ocupa toda una calle entera. Representa una escena y secuencia histórica a través de un desfile de príncipes a caballo y, ojo al dato, en estos más de 100.-mts sólo hay una mujer.
Así que, estos paseos por la ciudad de Dresde viendo fachadas nos llevan de un barrio a otro casi sin darnos cuenta. ¡Qué encanto tienen estas ciudades que se descubren caminando!