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Ana María Tomás

Escribir es vivir

DIOS SOY YO

Dos locos andan peleando arrogándose, cada uno, ser el enviado de Dios, así que reclaman la opinión de un tercero para dirimir cuál de los dos es, realmente, el enviado de Dios. Cuando se acerca el tercero, los mira con distancia y les dice: “Yo no he enviado a nadie”. Y ahí termina el problema. Sin embargo, cuando no hay un tercer loco cerca (¡cerca! porque hay que ver los que hay repartidos) que aclare que él no ha enviado a nadie, pues pasa lo que pasa, que son muchos los que andan sueltos creyéndose que son el Altísimo y pensando que las puertas de las iglesias son tan altas para que puedan pasar sin problema alguno.

Eso ha debido ocurrirle al celador de la residencia de ancianos La Caritat (vaya nombrecito) de Olot, que, convencido de que él era el mismísimo Dios, les hacía “la caridad” de cortarles el hilo de la vida a quienes consideraba que ya habían hecho suficiente gasto a la Seguridad Social, total… quién iba a darse cuenta, a quién podía importarle la muerte de unos ancianos olvidados por sus familiares en un lugar en donde, como todos saben, sólo se va para morir. Él era dios, un dios que se apiadaba de su dolor, de su soledad, de su enfermedad… eso sí, a falta de superpoderes que los enviaran al otro mundo sin más, era necesario utilizar alguna ayudita, algo suave como la lejía… el fin siempre justifica los medios.

Otro que tal baila es el muy gorila de King kong, digo, King jong, el baranda de Corea del Norte que, también, convencido de que dios es él, puede desparramar su ira y aplastar a quien siempre ha considerado un grano en su divinísimo culo, o sea, Corea del Sur, vamos, conflicto al canto entre las dos Chinas, tal y como soltó, en una demostración de cultura sin precedentes (bueno…, vale, con muchos precedentes), una ex miss universo, Alicia Machado, al pedir una oración “por el entendimiento de ambas Chinas”. Toma del frasco, Corea, digo, Carrasco.

Y ya, el que tendría que venir a explicar que ninguno es dios, es el que viene a decir que de qué van los otros cuando dios es él. Y ya se sabe: en el principio fue el verbo, o sea, que la palabra es suya y puede hacer con ella lo que le venga en gana, que para dios él. Y aquí tenemos a la chivata cibernética Wikileaks, causante de haber sembrado el mundo entero de secretos, bueno, ya no pueden ser llamados así. ¿El culpable? por mucho que hayan sido otros quienes pasaran la información, el responsable último es Julian Assange, al que ahora se le acusa, no ya de dejar con el culo al aire a la diplomacia americana, sino de sospecha de crímenes sexuales. En un blogs, al parecer muy importante y visitado, llamado “Paladin´s Page” se ha escrito que habría que derribarlo, si no con un tiro en la cabeza, sí con algún otro método. Decía textualmente, amén de lo del tiro en la cabeza: “¿se haría alguien preguntas si se emborrachara, rodara por las escaleras y se rompiera el cuello?” Casi “na” lo del ojo y lo llevaba en la mano. Le tienen ganas, así que… como para creerles que quieren pillarlo por crímenes sexuales en lugar de por darle a la sinhueso.

Dicen que una de las leyes fundamentales de la cortesía es la resistencia al primer impulso, pero me da a mí que el Julianete lo lleva claro si espera algún tipo de resistencia a esos primeros impulsos que ha desatado.

Creo que es de San Agustín la frase: “Una vez al año es lícito hacer locuras”. No sé hasta qué punto él pudo vivir en un mundo de cuerdos en el que se le podría disculpar alguna que otra locura, pero, les aseguro, que me gustaría verlo por aquí ahora, y que me explicara si le sería posible aceptar a estos tipos que se creen diosecillos como animal de compañía.

Y, claro, con tanto loco suelto, a ver cómo voy y les explico a todos éstos, que dios es una mujer… y que… evidentemente, soy yo.

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