“Fracasa mejor” (Beckett). “Admira a quien lo intenta, aunque fracase” (Séneca),
Hace muchos años ya, siendo estudiante de COU, recuerdo que un día llamé la atención de mi admirado profesor de Matemáticas e inspirador de que yo también estudiara esta carrera, D. David Templado, que andaba abstraído por el pasillo del Instituto (Diego Tortosa, de Cieza, para más señas):
– D. David (entonces no tuteábamos a los profesores) … anda Vd, distraido, como los sabios,…
– Sí, el despiste ya lo tengo, … sólo me falta la sabiduría.
El sentido del humor, la capacidad de reírse de uno mismo, la humildad de reconocer errores, la capacidad de disculparse, son características que valoro mucho en las personas, hasta el punto de que tengo el hábito de clasificarlas en dos grandes grupos: a) las imperfectas humildes, que reconocen errores y piden perdón y b) las perfectas soberbias, que nunca hacen ni una cosa ni otra.
Bueno, y ¿qué tiene que ver esta introducción con la innovación?, se preguntará algún posible lector. La verdad es que mis opiniones y experiencias personales quizá no mucho, porque no soy un experto acreditado en la materia, y además me considero un imperfecto humilde, por lo que pido disculpas por las deficiencias de este blog. Pero el error, el fracaso, el no-éxito, la tolerancia al mismo, sí son conceptos inherentes a la innovación.
Esta entrada ha sido inspirada por el encuentro que se celebró el mes pasado en Madrid del Club de Innovadores Públicos, al que pertenezco, bajo el sugerente título de: “Chascarrillos del Innovador Público, experiencias fallidas de las que aprender”. Recomiendo vivamente su lectura. Hay muchas ideas interesantes, humildad para dar y tomar, cultura de aprender de los errores, voluntad de escuchar a los demás… teniendo como protagonistas a prestigiosos expertos, como el aquí nombrado y reconocido Alberto Ortiz de Zárate o Montaña Merchán (curioso el Museo de Productos Fracasados de Michigan)
Resulta estimulante comprobar cómo personas de valía contrastada reconocen el error como elemento de perfeccionamiento. Hay gente que nunca se equivoca pero … es que no intenta nada, no sólo no se le ocurre ni una sola idea sino que se aferran al inmovilismo y suelen ser los más represores y críticos con los innovadores.
Tampoco se trata de hacer un monumento al fracaso y mucho menos de presumir de ello. Los errores hay que evitarlos, y si se producen, analizarlos para corregirlos. El binomio error-innovación da mucho de sí. Para los lectores más ávidos adjunto algunos enlaces interesantes sobre esta materia:
– Los 10 errores más comunes en la innovación
– Exitos y fracasos en la innovación
– Tres grandes fracasos comerciales de lo más innovadores
En el próximo post os contaré por qué metí la pata yo … y os pediré que vosotros también contéis algún error/fracaso.