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Carlos Escobar

Música inesperada

Sinfonía y sociedad

A comienzos del siglo XIX aparece una nueva manera de escuchar la música instrumental que, al no estar vinculada a un texto, queda liberada de las limitaciones del lenguaje. Esta interesante perspectiva con la que cambia la historia de la música es el tema sobre el que el profesor de Musicología estadounidense Mark Evan Bonds escribe su libro La música como pensamiento (Acantilado, 2014).

El texto de Bonds tiene muchos aspectos interesantes relacionados con la historia, la filosofía y la política del siglo XIX, pero quizás, la idea más atractiva es la de considerar la educación musical como algo básico y la sinfonía como el orden social ideal. Ya Richard Wagner decía que la sinfonía es una forma de expresión de la voz de la comunidad, donde los profesores de la orquesta participan en igualdad de condiciones para crear un coro que exprese el sentimiento de la multitud. Este concepto va ligado a otro que considera la armonía como una condición necesaria en el seno de la sociedad.

En cierto modo, y siguiendo los comentarios de los distintos autores que citan en el libro, la obligación de un individuo en una sociedad sería lograr el máximo nivel de realización posible al tiempo que la sociedad debe protegerlo y proporcionarle lo que le corresponda. En una orquesta sinfónica, los músicos deberían de superar un largo proceso de formación y especialización para tener la capacidad de contribuir al conjunto.

Esta simbiosis entre sinfonía y sociedad estaría favorecida por el hecho de que la música atrae a todas las clases sociales porque es comprensible para todos. La idea de que sólo con un suficiente grado de instrucción y auto realización personal, el individuo formaría parte del círculo de la alegría (la sociedad armoniosa) aparece en el movimiento final de la Novena Sinfonía de Beethoven.

 

Aquel a que la suerte ha concedido
una amistad verdadera.

Quien haya conquistado a una hermosa mujer
¡una su júbilo al nuestro!

Aún aquel que pueda llamar suya
siquiera a un alma sobre la tierra.

Más quien ni siquiera esto haya logrado,
¡que se aleje llorando de esta hermandad!

Adaptación no literal sobre la “Oda a la Alegría” de F. Schiller.

Hay que tener en cuenta que la Novena Sinfonía debe considerarse como instrumental, ya que el maestro alemán incluye un coro cuyas voces no acompañan a la orquesta, sino que se comporta como un instrumento más de la misma.

Hay que decir también que los integrantes de la sociedad que no alcanzasen el grado de especialización requerido, no serían rechazados por ésta, simplemente se les consideraría que de momento no estarían capacitados. Una orquesta sinfónica sería un conjunto conexionado por fuertes vínculos y donde cada individuo sacrificaría la parte que no encajase en el conjunto para conseguir la idea de un sólo espíritu. Dicho de otro modo, nada quedaría al azar para que una orquesta funcione bien.

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por Carlos Escobar

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