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Lola Gracia

Vivir en el filo

Lo que pienso de “Cincuenta sombras de Grey”

Este es Ian Somerhalder, el candidato que va ganando para interpretar el papel a Grey en su versión cinematográfica
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Lo reconozco: las 540 páginas del libro revelación “Cincuenta sombras de Grey” pasan rápido. Es una lectura de evasión, entretenida entre erótica y pornográfica. Eso sí, si usted tiene un gusto lector sofisticado acabará hasta las meninges de expresiones tales como: “la diosa que llevo dentro”, “mi subconsciente”, “uau”, así como de sus ceños fruncidos, la palabra “sexy” y el hecho de que el chico, Grey, aparte de darle azotes a la chica, se pase todo el libro tomando a la protagonista por la barbilla para iniciar el morreo ¿No hay más modalidades de demostrar el cariño? ¿No hay más léxico en el diccionario para expresar las múltiples vicisitudes que le supone a Anastasia convertirse en sumisa?
Entiendo el éxito del libro entre las mujeres. El protagonista es un macho alfa, treintañero, guapísimo, culto, multimillonario y súper follador. El muchacho no tiene periodos refractarios, encadena un polvo con otro. Eso sí que es ciencia ficción. Grey obsequia a su sumisa con trajes, un Audi descapotable y un ordenador Mac, entre otras cosas. El brillante hombre de negocios necesita unos arreglillos pero ¡Cómo no fantasear con alguien así! Salvo por varios detalles: el tío es un coñazo que rastrea el móvil de su chica y controla todo de ella: le agencia su ginecóloga, le compra la ropa, sabe de sus menstruaciones y si ella se escapa unos días para reflexionar, él –sencillo como es—  coge su jet privado y se planta en el hotel donde la moza y su madre se toman unos Cosmopolitan.
Luego está el rollo de los azotes en el culo. Sinceramente, no me pone nada que un tío me tumbe en sus rodillas y me esté dando palos hasta ponerme las posaderas como tomates. Bajo ningún concepto, ni aunque luego tenga el detalle de echarme aceite corporal.
Lo soprendente de todo esto es que sean precisamente las americanas las que hayan refrendado tan masivamente la trilogía escrita por E.L James, que ha vendido ya 15 millones de ejemplares en todo el mundo. Ellas tan autosuficientes ¿Necesitan un macho que las domine? Por otro lado, no me sorprende que la autora, una morena rubicunda de potentes carrillos, proceda del mundo de la televisión. Hay que reconocerle una pasmosa habilidad para mezclar lo truculento con lo cursi sin que chirríe. No hay palabras como: “coño” o  “polla”, por ejemplo.
Un antiguo novio decía que las mujeres necesitamos que nos bajen los humos de cuando en cuando y afirmo sin sonrojarme que el sexo tiene un componente animal, instintivo, de macho que acorrala a la hembra. Pero, por suerte o por desgracia, no somos animales. No tengo nada que objetar a los juegos pero, personalmente, interpretar siempre el mismo papel me resultaría aburrido y no negaré que soy muy, muy marimandona. Que las mujeres del mundo libre se vuelvan locas por las fustas, las cadenas y las esposas me perturba mucho. Que Grey se escriba con G, como este puntoG, también.

Temas

Relaciones, amor, vida. Lo que de verdad importa

Sobre el autor

Periodista por la Universidad Complutense de Madrid, escritora y gestora cultural. Investigadora de las relaciones humanas. Máster en sexología por la Universidad de Alcalá de Henares. Desarrollo trabajos como directora de comunicación


julio 2012
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