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Ana Ballabriga

A cara de libro

Censura en la literatura para jóvenes

Hace unos días me comunicaron que una novela nuestra no podía participar en unas jornadas de un instituto porque contenía escenas sexuales

Una novela escrita a cuatro manos por David Zaplana y yo misma no puede participar en un encuentro con jóvenes porque los profesores tienen miedo de la reacción de los padres si se enteran de que sus hijos están leyendo un libro que incluye algún pasaje de sexo explícito. Y estamos hablando de lectores y lectoras de dieciséis y diecisiete años.

Hace algún tiempo un prestigioso premio literario cartagenero que involucra a jóvenes de la ciudad tuvo problemas con un instituto concertado religioso por la elección de un libro que debían leer los chicos, en el que también había escenas sexuales. El instituto no volvió a participar en tal certamen, a pesar del beneficio que este premio tiene para los participantes.

Recuerdo mi adolescencia en los años 90 en el instituto Pirámide (la antigua Laboral) en Huesca. Recuerdo la enorme biblioteca de madera con estanterías a rebosar con todo tipo de libros. Recuerdo haber encontrado y leído allí los libros más diversos: “El nombre de la rosa” de Umberto Eco, “El lobo estepario” de Hermann Hesse, o “Las edades de Lulú” de Almudena Grandes. En ningún momento, ni profesores, ni bibliotecarios, ni directores, ni mis propios padres me recriminaron mis lecturas, ni se escandalizaron por ellas. Y yo no era una excepción. Yo era una adolescente completamente libre para elegir qué leer y cuándo hacerlo. Desde luego, nadie de mi entorno pensaba que leer sobre sexo me iba a convertir en una libertina, ni en lesbiana, bisexual o hetero. Tampoco pensaban que la lectura de escenas sexuales fuera a provocar mi fracaso escolar.

Yo era una adolescente completamente libre para elegir qué leer

Sin embargo, parece que las cosas han cambiado. Es curioso cómo nos adentramos (o retrocedemos) a pasos agigantados en una sociedad puritana. Es curioso cómo toda la sociedad es cómplice de ello. Es curioso cómo las lecturas para los adolescentes se están volviendo paternales e infantiles, en lugar de libres y adultas.

El hecho de que no participemos en esas jornadas me hace sentir preocupación, no por el hecho de que hayan decidido quitar nuestro libro, hay libros y autores mucho más adecuados, sino por los motivos para hacerlo. Estamos creando una generación de jóvenes infantilizados (y con una tasa de embarazos adolescentes que ha aumentado drásticamente), donde algunos profesores son los primeros que tiran la toalla porque no están dispuestos a luchar por sus pupilos (contra padres y órganos de gobierno), y donde algunos padres, aun no siendo mayoría, son capaces de arrastrar al resto hacia su mediocridad moral.

La lectura no convierte a los adolescentes en adictos al sexo, ni les causa traumas, ni les provoca embarazos. La ignorancia y la censura sí.

Reseñas y otros desvaríos literarios

Sobre el autor

Escritora, formadora y podcaster / Escribo novelas de misterio a cuatro manos con David Zaplana. Ganamos el Premio Literario de Amazon / Podcast "Un día de libros" / Vídeos sobre novela negra y policíaca en Zenda Libros / www.ballabrigazaplana.com / Instagram-Twitter-Facebook-TikTok: @BallabrigaAna