Nunca ha sido buena idea aquello de juntar las cosas del refectorio con las del excusado, los ‘imputs’ con los ‘outputs’, las cosas de comer con las de… ustedes ya me entienden. Y tampoco parece muy apropiado asociar, aunque sea por mera yuxtaposición, cuestiones relacionadas con el placer y aquellas otras vinculadas a la (mala) salud, es decir al dolor y a la enfermedad. Así que uno no comprende muy bien la relativa profusión de asociaciones de estos contrarios en páginas web y blogs dedicados a la gastronomía y a las recetas de cocina. Podemos encontrarnos, por ejemplo, entre los ingredientes y la elaboración de una receta de champiñones rellenos de jamón, un anuncio contra la impotencia que pregunta: «¿Orinas con frecuencia, no puedes levantarlo?» El choque conceptual entre los champiñones y la próstata es demasiado violento.  En mitad de otra receta, esta de un guiso de rape y gambas, encontramos incrustada una publicidad sobre un remedio contra los juanetes. Todavía si hubiera estado incluido en una receta de una foundie de queso… En fin. Como tampoco puedo imaginar las razones que han llevado a los responsables de otra página a insertar un tratamiento contra el reumatismo en el espacio destinado a una receta de praliné. Y, desde luego, no me parece nada acertada la ubicación de un reclamo sobre un remedio para el estreñimiento en un artículo en una página de cocina sobre la historia de los callos a la madrileña, teniendo en cuenta cuál es el ingrediente principal de tan popular plato. Solo me cabe una explicación, y es que la inclusión de estos anuncios sea automática, y que nadie controle los contenidos publicitarios, lo cual no deja de ser un dislate que, desde luego, y salvo errores puntuales, que suelen resultar sonados,  no ocurre en los medios tradicionales. Pero ya se sabe que internet es la jungla.