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Pachi Larrosa

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San Antolín despega

La instalación de numerosos negocios de hostelería, animados por los precios de alquileres y venta más asequibles impulsa el dinamismo de este barrio
Su cercanía al centro de la ciudad -a pocos metros de la Gran Vía, La Glorieta, la Catedral- y, sin embargo, su falsa condición de barrio ‘no céntrico’ ha acabado provocando que la relación entre su ubicación y los precios de alquileres y ventas de pisos y locales comerciales sea más atractiva que en otras zonas del centro de Murcia.
Estas circunstancias han atraído en los últimos años a muchos jóvenes y a la creación de numerosos negocios de restauración que lo han convertido en el último lustro en un foco gastronómico de la capital. Las nuevas tendencias en hostelería, los nuevos modelos de negocio han provocado, por ejemplo, que el hasta ahora un poco olvidado Mercado de Verónicas se haya convertido en un imán, desde el punto de vista gastronómico que está irradiando a su alrededor su dinamismo, extendiéndolo al vecino barrio de San Pedro. En sus aledaños han crecido interesantes propuestas gastronómicas, bares restaurantes y tiendas gourmet -la enoteca La Diligente, la tienda especializada en quesos de calidad La Lechera de Burdeos, la innovadora y, sin embargo, tradicional apuesta de Samuel Ruiz con la reapertura del viejo Bar Verónicas, o el éxito de la propuesta de Juan Pablo Ortiz con su Barriga verde son ejemplos de ello. En sus traseras, ofertas gastronómicas muy contemporáneas como El Nido, La Tapeoteca , El pasaje de Zabalburu, la Brasería de Carlos o el Ronqueo, se alternan con referencias añejas como el mesón Guinea o la taberna de Luis de la Rosario.
Pero es que, Además, el propio mercado ha empezado a acoger, entreverados entre los puestos de venta, interesantes propuestas de restauración como la Canija o el italiano (auténtico) Arte Bianca, que están proporcionando al viejo edifico modernista construido en 1910, nuevos usos sociales con alto valor añadido, a los tradicionales de compra-venta de abastos, y en línea a lo que sucede en mercados de otras grandes ciudades. Esta transformación del mercado, un proceso hasta ahora no planificado, experimentará, sin duda, un gran impulso con la restauración y remodelación que planea el Ayuntamiento de la capital. Confieso que respiré aliviado con la noticia de que el Consistorio por fin ha desechado la idea inicial, planteada en el proyecto, de destinar la segunda planta a negocios de hostelería y reservar la primera a los placeros. No me parece acertado ‘compartimentar’ los usos del edificio. Su gracia, su encanto, si dinamismo estarán en la mezcla de esos usos y, por lo tanto, de visitantes. Ese modelo de concentración de la oferta gastronómica ‘segregada’ de la vida de ‘la plaza’ recuerda demasiado a esos otros espacios que tanto han afectado a la vida de las ciudades y de sus barrios, los macrocentros comerciales.
San Antolín, y por extensión, San Pedro, barrios -me parece a mi- muy ‘madrileños’, por su fisionomía, su geografía urbana y humana y su dinamismo socioeconómico, están, efectivamente resurgiendo. San Antolín, antiguo arrabal de la ciudad, ahora encorsetado entre dos ‘murallas’ -la medieval y la autovía de Cartagena- está viviendo una segunda juventud y es de suponer que el ‘nuevo’ mercado y el impulso de la gastronomía y la restauración contribuya a consolidar esta tendencia. Pero, cuidado: las claves de este desarrollo no dependen solo del edificio levantado por el arquitecto Pedro Celdrán. Hoy, el entorno de Verónicas es manifiestamente mejorable. Junto a su puerta lateral se acumulan contendores que, insuficientes, son incapaces de contener los residuos de los placeros, que acaban acumulándose en plena vía pública creando los consiguientes problemas de olores, molestias y de imagen. Es necesario un plan de gestión de los residuos del mercado que permita su evacuación de forma discreta y rápida. Además, el propio parque frente al edifico está pidiendo a gritos una remodelación y no digamos el aparcamiento público del subsuelo: instalaciones, accesos, servicios se encuentran en un estado que ofrece una pésima imagen al visitante.
Apoyo a la restauración, que crea dinamismo y riqueza; renovación del mercado y embellecimiento del entorno serán tres pilares para la consolidación de esa tendencia en estas zonas de la capital que empiezan a hacer la competencia de áreas de tapeo relativamente cercanas como la Plaza de las Flores, el entorno de la Universidad o la Plaza Puxmarina.

 

Sobre el autor

Periodista, crítico gastronómico. Miembro de la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia.


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