Un incremento del 8 % en el suministro de estos productos para 2030 podría prevenir más de 160 millones de casos de déficit nutricional
El Encuentro de los Mares, el congreso internacional que convoca a gastrónomos, científicos del mar y productores pesqueros , ha debatido esta semana sobre los ‘súper bluefood’, los llamados superalimentos marinos como solución para construir sistemas alimentarios más saludables, equitativos y sostenibles. Un congreso único en el mundo, organizado por el Grupo Vocento –al que pertenece LA VERDAD–, que ha recorrido las provincias de Huelva y Cádiz con una incursión en Portugal.
Pero, ¿qué son los superalimentos? No son alimentos nuevos o creados. Muchos forman parte de los hábitos alimentarios de otras culturas en otras partes del mundo. Casos como los de la quinoa, el goji berry, el amaranto, el maqui, la espirulina, el kale, y otros muchos son ejemplos de alimentos que son especialmente beneficiosos para la salud y poseen un gran valor nutricional. Estos alimentos ofrecen altos niveles de nutrientes como proteínas de alta calidad y digestibilidad, vitaminas y minerales, antioxidantes como polifenoles, antocianinas y pigmentos y aminoácidos esenciales
Y si nos centramos en los ‘super bluefoods’, objeto de debate de este encuentro, nos estamos refiriendo a alimentos procedentes del mar que aportan unas propiedades nutricionales especialmente aconsejadas para una alimentación saludable. Recursos como los mejillones, el pescado azul –especialmente las sardinas– , algunos pescados blancos, el amplísimo mundo de las algas como el nori, arame, wakame y espirulina, entre las centenares de especies –ricas en proteínas, calcio y antioxidantes–, el plancton marino o os mictófidos o peces linterna, habitantes de las profundidades abisales, son algunos de estos ‘super bluefoods’. De hecho las algas son fuente de yodo, proteínas, carbohidratos y gran cantidad de fibra, además de vitaminas, minerales y grasas saludables. Otros de sus beneficios son el secuestro de carbono, su condición de recurso frente a la desoxigenación de los océanos, el fomento de la biodiversidad y mejora general de la calidad del agua. Según los expertos, un aumento del 8 % en el suministro de estos superalimentos marinos para 2030 podría prevenir más de 160 millones de casos de deficiencias de micronutrientes en todo el mundo.
En algunos casos, como el de las algas, la falta de una cultura de cultivo, comercialización y consumo en extensas zonas del planeta supone un obstáculo importante para su generalización. En este sentido, la popularización experimentada en las últimas décadas por la cultura culinaria japonesa en Occidente está contribuyendo lentamente a romper esta barrera que impide el salto de los restaurantes «japos’ a las mesas domésticas.
En otros, las imposiciones del mercado y las modas gastronómicas provocan sobreexplotación de una mínima parte de las especies que viven en las profundidades, olvidando el gran potencial que ofrecen los mares de especies olvidadas o poco apreciadas que solo la pesca artesanal podría poner en las mesas a corto plazo. O como dijo en una de las sesiones Ángel León: «el mar no es la pasarela Cibeles» Por eso, la protección de las artes y modos tradicionales de pesca, la creación de mercados directos que conecten a pescadores con chefs y restauradores, la tematización de entornos pesqueros para su explotación turística que permita a esos productores obtener ingresos adicionales que les permitan continuar con su actividad, la realización de programas públicos y privados de visitas formativas a entornos marinos y costeros, el concurso de una industria pesquera responsable y sostenibles y el avance de la investigación y la gastron omía en busca de nuevas formas de obtener proteínas de los mares son acciones de imperiosa necesidad para que los océanos puedan alimentar a la población mundial sin acabar con sus recursos.
Por parte del consumo, se añaden otras como favorecer la demanda de especies no sobreexplotadas diversificando el consumo, poner en valor partes de los animales despreciadas hasta ahora en busca del residuo cero, –aquí es importante recordar que en las costas de la Región hay una ancestral tradición de la utilización en cocina de los interiores de los pescados, la ‘casquería marina’: corazones, hígados, huevas, letones…–, incrementar el consumo de pesca artesanal y de proximidad y rechazar productos marinos procedentes de la pesca furtiva, entre otras.
Somos alrededor de 7.500 millones de personas habitando este planeta, que en 2050 tendrá 10.000 millones. La agricultura terrestre no puede alimentar a ese volumen de población, así que tenemos que mirar al mar, pero de una determinada manera. El director científico del Encuentro, Carlos Duarte, uno de los oceanógrafos más reputados del mundo, señala que «En 2022, 3.100 millones de personas no pudieron hacer frente a los csostes de una alimentación saludable, casi la mitad de la población del planeta. Los ‘super bluefoods’ asequibles pueden ser una parte central de la solución a este problema global».