Ante la inminencia de la vuelta a la ‘normalidad’ se impone estar listos para los ‘codazos’ entre los destinos en la caza del turista gastronómico
Sin el turismo no es posible la recuperación económica’, declaró recientemente el consejero Marcos Ortuño en el acto de presentación de la participación de la Región en Fitur, la feria internacional de turismo más importante del mundo, que se celebra a finales de este mes en Madrid. Una afirmación sustentada en los datos: en el año 2019 -último ejercicio que puede considerarse ‘normal’, antes del impacto de la pandemia-, la contribución del sector al PIB regional fue del 12,5%. Parafraseando al consejero, podríamos decir que ‘sin la gastronomía -y por tanto, la hostelería- no hay recuperación turística’. En la reciente presentación de los actos programados en el marco de la capitalidad gastronómica de la región de Murcia, el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras, señaló que “la Región es “una de las comunidades con mayor proporción de turistas que realizan actividades gastronómicas cuando nos visitan” y subrayó que “según las últimas encuestas de percepción del destino, la gastronomía es el segundo producto turístico más valorado por quien nos visita tras nuestro sol y nuestra playa”.
Y si hablamos a nivel global, los datos son tozudos: los sectores económicos asociados a la gastronomía -agricultura, industria, distribución y hostelería- equivalen nada menos que al 33 % del PIB español, y da empleo a 3,73 millones de trabajadores, el 18% del total. Parece claro que apostar por el sector turístico en una región como Murcia y, más específicamente, por el turismo gastronómico, es trabajar en la buena dirección.
Ahora que el proceso masivo de vacunaciones está empezando a doblegar la curva de incidencia del coronavirus, ahora que se ha extinguido el estado de alarma y con él, las restricciones a la actividad del turismo y la hostelería, Fitur se plantea como una especie de ‘zona de boxes’ en la que los distintos destinos turísticos que compiten entre si se preparan para el pistoletazo de salida en la carrera hacia la normalización total de la vida social. Y, ¿cómo queremos definir ese destino para concitar la atención de la mayor cantidad posible de visitantes? Ortuño señaló la seguridad de la Región ante la pandemia, la gran oferta de actividades al aire libre y el contacto con la naturaleza lejos de masificaciones como algunos de los valores a promocionar. En ese sentido es de destacar el foco que la Consejería ha puesto sobre el turismo de interior en la Región, un gran olvidado tradicionalmente que atesora sin embargo impoortantes activos, entre ellos el enoturismo y la gastronomía.
Pero hay que ir más lejos. Hace ya algún tiempo, los expertos del Foro Mundial de Turismo Gastronómico sentaron unas ‘coordenadas para el futuro’, señalando las estrategias que iban a dominar en esta actividad en los próximos años. En primer lugar, el compromiso con la sostenibilidad: ambiental (reduciendo las emisiones), socio-cultural (la autenticidad del destino) y económica (que se distribuya de manera equitativa). “El turismo gastronómico puede ser todo menos de masas y debe ser ético con el entorno para que perdure”. Una segunda estrategia es la de la ‘glocalización’: La promoción es global pero la experiencia es local. “El turismo gastronómico es un elemento de preservación cultural y debe configurarse en torno a la calidad y la autenticidad del producto y del territorio. La identidad es lo que define”. Un tercer factor es la innovación, “que debe de ser continua en la gastronomía para seguir conquistando a un turista en un mercado global competitivo, sin perder la identidad y autenticidad como punto de partida del relato”. Y, finalmente, la coordinación de esfuerzos entre administraciones y entre el sector público y el sector privado: “El turismo gastronómico debe ser participativo y colaborativo. El trabajo colectivo, en cooperación, es el que pondrá en valor y aglutinará los esfuerzos de todos los agentes en torno a un territorio”.
Hace bien la Consejería en apostar por la presencia de la Región en los congresos internacionales más prestigiosos, como Fitur y Madrid Fusión -algo que no siempre se hizo-. Pero la tarea es ingente y se escapa de las competencias de Turismo para ser propia de la labor coordinada de todo el Gobierno. Hay que ‘repensar’ cuál es la situación de la Región en infraestructuras turísticas: en comunicaciones, Corvera no termina de despegar, el AVE tarda en llegar y no todas las comunicaciones interiores están en unas condiciones adecuadas; en el estado de recuperación y conservación del patrimonio histórico y cultural, con muchos puntos negros; del embellecimiento de los destinos -y de los accesos-; de nuestras más preciadas joyas naturales como el Mar Menor; de las infraestructuras de alojamiento -especialmente en las comarcas de interior-; y de ‘intangibles’ como la profesionalización de los servicios de sala y de atención directa al público en todos los niveles de equipamientos turísticos. Todo esto tiene también que ver -y mucho- con la gastronomía y el turismo gastronómico.