El sector, que aporta el 4% de la riqueza regional y empleaba a 45.000 personas, vive con ansiedad el cierre provocado por el virus.
Desolación, incertidumbre, ansiedad y un persistente carrusel de números que no cuadran y que no permite siquiera un leve descanso son algunos de los sentimientos que los hosteleros de la Región están añadiendo en estos momentos al miedo por su salud y la de los suyos que experimenta el resto de la población. “No sabemos lo que va a pasar. Nosotros vivimos al día y tenemos delante un pastel económico muy grave”, se lamenta David López Carreño, uno de los chefs punteros de la Región. Para el chef y propietario de Local de Ensayo, “las ayudas están bien, siempre que lleguen, porque los créditos ICO no llegarán hasta el 7 de abril, pero si no se aplazan los impuestos y los seguros lo vamos a pasar muy mal”.
Como muchos otros negocios, su restaurante ha solicitado un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (Erte) “para intentar arrancar cuando esto pase con el mismo equipo”. Pero no es todo tan sencillo. El problema de estos expedientes es que exigen dos condiciones que, en opinión de Jesús Jiménez, presidente de Hostemur, son complicadas de cumplir. “Una es recuperar el 100% de la plantilla. Eso será imposible para muchos negocios, porque la situación económica cuando esto pase va a ser muy distinta”, asegura. Efectivamente se da por descontada la recesión. “Y la segunda –continúa-, que se mantengan esas plantillas durante seis meses. Y eso, según donde tengas ubicado tu negocio, será inviable”. Y es que parece poco realista pensar que antes de mayo-junio se restablezca la actividad económica en su totalidad. A la temporada turística le quedarían dos meses y medio en las zonas de costa. Y desde luego, en la ciudad de Murcia, con su dura canícula, los establecimientos casi enlazarán los problemas derivados del Covid-19 con el imposible verano en la capital.
Pero Jiménez apunta a otro problema con las ayudas: “El texto legal que las contempla fue un ‘copia-pega’ de las que se liberaron cuando quebró el operador Thomas Cook y estas no acogen ni a bares, ni al ocio nocturno”. Hay que recordar que más del 65% de todos los establecimientos de hostelería de la Región son bares, uno por cada 264 habitantes.
Mientras tanto, los chefs de la Región gestionan el parón intentando ayudar, por un lado y ocupados en preparar la reapertura de la mejor manera posible, por otro. Estrella Carrillo, del restaurante Santa Ana, en Los Ramos, busca maneras para ayudar: “Me han llamado de Cáritas para echar una mano y haré lo que me pidan; haré lo que se: cocinar”. En eso está Juan Antonio García, presidente de Jecomur y jefe de cocina de El Churra, cuyo hotel, por cierto es uno de los que se ha puesto a disposición de sanitarios y efectivos de emergencias: “Enviaremos voluntarios de cocina al hotel para servir desayunos y caterings”. Pero quizá la mejor ayuda en estos momentos sea quedarse en casa porque ese comprensible y encomiable voluntarismo puede acabar provocando más problemas de los que resuelve. De hecho Hostemur no para de recibir llamadas de cocineros ofreciéndose para tareas voluntarias en hospitales y al menos desde el Reina Sofía y El Morales les han recomendado que ‘”ser estén quietos”, ante el temor a incrementar los contagios. De esa opinión es Rodi Fernández, chef de la Cava de Royán, en Alcantarilla: “Hay que mentalizarse de que o lo paramos todo o esto no lo ganamos”, asegura, mientras dedica el tiempo a preparar la nueva carta, diseñar nuevos platos… y esperar. Pablo González mantiene videoconferencias diarias con el jefe de cocina de Cabaña Buenavista, Carlos Albadalejo y el responsable de investigación, Adrián Costa. “Estas reuniones virtuales nos vienen muy bien. Nosotros siempre trabajamos primero a nivel teórico, así que son muy útiles. Buscamos nuevos proveedores, nuevos productos, diseñamos nuevos platos y modificamos aspectos de la escenografía del restaurante”.
El sarcasmo de todo esto es que este 2020 era la gran oportunidad para la hostelería murciana, gracias a la Capitalidad Gastronómica, después de algunos reveses muy serios como la situación del Mar Menor, los destrozos en la costa de las diferentes Danas o los retrasos en las infraestructuras de comunicación.
El presidente de Hostemur concluye: “Lo fundamental para nuestra supervivencia no son las líneas de crédito, son los impuestos”. Exoneración, aplazamientos, supresión de tasas, adelantamiento de las devoluciones… medidas que reclaman para poder respirar. Hay 45.000 puestos de trabajo en juego y un sector que suponía el4% de la riqueza regional en 2018, año en el que facturó 2.116 millones de euros.