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Pedro Alberto Cruz

En tierra de nadie

El Pasaje de Belluga

La gran novedad de la nueva temporada gastronómica de Murcia es la apertura, en la céntrica Plaza Belluga, de un nuevo local especializado en tapas: El Pasaje de Belluga. Para los que conozcan el restaurante El Pasaje (Plaza San Pedro, 3), esta segunda versión de una fórmula ya consolidada supera con creces a la original, y apuesta fuerte por una dignificación de la tapa como un manjar superior y autónomo que no conoce demasiadas comparativas en Murcia. Fuera de la “Marinera” y los “Caballitos”, la oferta gastronómica murciana obliga al usuario al ya cansino protocolo del primer y segundo plato. Entremedias, existe un amplio campo de investigación que las inercias inveteradas han impedido desarrollar en la medida y forma que merece y permite el enorme potencial de nuestra cocina.

La tapa es el presente de la gastronomía española, y, a medio plazo, el futuro de la gastronomía internacional. Lo fragmentario y molecular, así como la libertad combinatoria, seducen mucho más que el rigor del “primero, segundo y postre”. Y, en este sentido, el nuevo local inaugurado por El Pasaje marca con firmeza una senda de éxito que no puede sino ser elogiada y recomendada. Ciertamente, el “Timbal de chato ibérico” me parece a día de hoy (13 de septiembre de 2015) la mejor tapa que se puede degustar en la capital murciana: una suerte de guiso condensado, depurado y estilizado en el pequeño diámetro de un buñuelo, y con un sabor que se llega a hacer eterno en la boca. Por no hablar del “Esturión a baja temperatura con tomate agridulce”, una inteligente fusión del espíritu oriental y de la cultura local, en la que el equilibrio entre el respeto a la materia prima y el sabor incisivo preside su degustación.

Un lugar tan emblemático como la Plaza Belluga, auténtico centro simbólico y cultural de Murcia, necesitaba con urgencia la implantación de un pulmón gastronómico capaz de servir de tarjeta de presentación de la identidad culinaria local tanto a foráneos como autóctonos. Y, afortunadamente, con la reciente inauguración de El Pasaje de Belluga esta necesidad se encuentra de sobra cubierta y elevada al grado de excelencia. Murcia se está haciendo divertida poco a poco.

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Sobre el autor

Detesto las sumisiones ideológicas, el pensamiento unidimensional, lo políticamente correcto. La disidencia no tiene hogar. Si no está a la intemperie, en cueros, vagando de un lugar para otro, es una estafa. Entre los territorios establecidos y sus patriotismos de pacotilla, una estrecha e inhóspita franja sin identidad: la tierra de nadie.


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