La gastronomía es como la poesía: resulta difícil encontrar un libro perfecto desde el primer poema hasta el último, pero, al cabo del tiempo, si vas rescatando una composición de aquí y otra de allá, el conjunto puede ser inigualable. De lo comido en los últimos meses por los diferentes locales de Murcia, esta es mi selección:
– Sashimi de atún meloso con soja, miel, aceite de oliva y un poco de sal (Pepe El Torrao. Plaza san Juan, 2): Con Pepe El Torrao nos encontramos con un restaurante que, desde el fundamento de la cocina tradicional y el cuidado extremo de la materia prima, evoluciona a pasos agigantados a una cocina con toques sorprendentes. Su “Sashimi de atún” es una exquisitez, una maravillosa sorpresa entre la moda y la implantación casi generalizada del toque japo en casi todos los establecimeintos. A medio camino entre el sashimi tradicional y el tataki, con un toque atemperado que deja el pescado en una textura que abraza el paladar, consigue una de las expresiones del atún más espectaculares en varios kilómetros a la redonda. Dentro de la boca, se derrite solo. Y, además, Pepe El Torrao tiene a gala tener uno de los servicios más atentos, amables y eficaces de toda la región. ¡Bravo¿
– Tartar de tomate (Macondo. C/ San Ignacio de Loyola 2): Una de las joyas de la corona no demasiado publicitadas de la cocina murciana, Macondo practica una gastronomía de fusión de verdad, de las que vale la pena y no se atrincheran detrás de esta etiqueta tan manida para perseverar en un estándar bajo y sin interés. Entre los platos interesantes que ofrece su carta, hay que destacar el Tartar de tomate: un auténtico crisol de texturas, a través de las cuales se realiza una declinación fascinante del tomate. En medio de esta multiplicación del tomate, destaca la tápena, a la cual se consagra de una manera pocas veces degustada. Excelente.
– Tosta de Sardina con tomate y pesto de albahaca (La Verbena. C/ Simón García, 7): Recientemente inaugurado, La Verbena es un local cuya espontaneidad seduce tanto por el servicio como por una selección de tapas cuya seña de identidad principal es la honestidad y el matiz de diferencia. Como en su Tosta de sardina, cada sabor se exhibe con claridad, sin refugiarse o enmascararse en excesivos revestimientos. El concepto de cocina mediterránea adquiere, en este caso, una inmediatez que se agradecen en un contexto en el que la mayoría de los chefs intentan siempre mantener una carta guardada. Su lenguaje limpio y fresco va a dar mucho de que hablar.
– Sardina sobre coca de pimentón más aire de Bloody-Mary (La Tapadera. C/ Saavedra Fajardo, 2): Es probable que, en relación calidad /precio sea el local más ventajoso de la ciudad. Su carta fundamentalmente de tapas pretende ser innovadora, con guiños constantes a las nuevas tecnologías culinarias, pero sin abandonar un aire juvenil y popular. Su Sardina sobre coca de pimentón supone un claro ejemplo de la línea seguida: un bocado de fundamento sencillo, pero adquiere la cualidad en boca de que el “aire” pese más que la materia. La textura casi ingrávida de Bloody – Mary adquiere, desde su suavidad, un carácter envolvente, atmosférico, ciertamente llamativo.
Tataki de atún (El 8 Club. Edificio Hipania, planta 8): Su capacidad de inventar un nuevo menú cada mes hace que sea imposible no incluir alguno de sus nuevos platos en cualquier lista de preferencia. Podrían ser igualmente el Sashimi de mujol en su hueva con almendra y gelatina de gintonic, el Cebiche de salmonete o el Tartar de atún con mango. Es indiferente: su chef, Jan, es un alquimista, un intensificador de sabores y un auténtico cirujano de la gastronomía capaz de llegar con con su material hasta la última y más recóndita fibra de textura del producto. Siempre a más.