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Juan José Ríos

La i de innovación

¿Nos hacemos los suecos?

¿O hacemos como los suecos en Suecia?

Es bien sabido que ningún entorno es menos proclive a la innovación que las Administraciones Públicas, en las que se producen cambios y mejoras adaptativas paulatinas, es cierto, pero que siguen teniendo pendiente la gran asignatura de convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, es decir que, en todo momento, sus actuaciones estén guiadas por la búsqueda de lo más conveniente para la sociedad civil, por encima de cualquier otro interés.

Las empresas, al estar sometidas a las exigencias de los mercados,  viven en un estado de tensión y revisión continua que las obliga a cambiar con rapidez,  en aras de su propia competitividad.

Sin embargo, la ausencia de presión característica del sector público, la falta de competencia típica de los monopolios, las servidumbres de la burocracia,   el tamaño, el coste, la garantía vitalicia de los puestos de trabajo, las rigideces de la función pública, la opacidad … son factores que generan ineficiencias endémicas que son muy difíciles de erradicar.

     El futuro de las Administraciones Públicas

 En un interesante artículo de Cantalapiedra y Herce, titulado “Las Administraciones Públicas que vienen”, publicado en 2011, en plena crisis económica, y antes de que se extendiera el todavía incipiente paradigma de Gobierno Abierto,  los autores se planteaban cómo se iba a conciliar la provisión de servicios públicos con la sostenibilidad financiera de los mismos.

Los momentos de crisis suelen propiciar e imponer la toma de decisiones drásticas, impopulares siempre,  que las instituciones públicas se ven obligadas a adoptar, recibiendo críticas, de forma simultánea y contradictoria, por incumplir los objetivos del déficit y por aplicar recortes con esa finalidad.

Así ha ocurrido en nuestro país. Se ha abordado lo urgente, pero se ha postergado lo importante. En general, no se han aplicado reformas estructurales, que,  sin temor a desafiar la arcaica lógica dominante, el statu quo, aborden la raíz de los  problemas, y que eviten, que poco a poco, éstos o similares se vuelvan a reproducir, una vez superada del todo la crisis actual.

La “madre” de todas las innovaciones públicas

Como decía en el post anterior, la mayor transformación del sector público, la “madre” de todas las innovaciones públicas conocidas, es la llevada a cabo en Suecia, donde, con motivo de la crisis de los 90, abordaron lo urgente e importante a la vez, generando el actual modelo sueco del Estado del Bienestar, por medio del cual Suecia pasó de ser considerada el paradigma del viejo concepto de Estado benefactor a serlo del moderno Estado posibilitador.

 Este es un blog de innovación, no de opinión política, pero no puedo dejar de destacar, y aplaudir,  que la altura de miras y el consenso alcanzado por Gobierno, oposición y  sindicatos suecos, ha sido pieza fundamental en la puesta en marcha de este ambicioso y valiente proyecto de innovación organizacional a gran escala,  y en su perfeccionamiento posterior, como recogió, hace 10 años ya, el Nobel Vargas Llosa en su artículo “Hacerse el sueco”, que ha inspirado el título de este post.

Tal y como se hizo en Suecia, y teniendo en cuenta nuestras características diferenciales, deberíamos ser capaces aquí también de abrir un debate sobre la transformación de las Administraciones Públicas en Administraciones Abiertas.

Un debate sereno, a la luz del nuevo paradigma de Gobierno Abierto, sin dogmatismos ni maniqueísmos,  con mente abierta y mirada larga, con la libertad, la sostenibilidad y el empoderamiento ciudadano como banderas, sin vencedores ni vencidos, entendiendo que vamos todos en el mismo barco.

No podemos seguir haciéndonos los suecos por lo que se refiere a la sostenibilidad del estado del Bienestar. Si pensamos que somos ricos, y para siempre, si seguimos endeudándonos, siendo cigarras en vez de hormigas, estaremos socavando las bases mismas de nuestro bienestar e hipotecando recursos de las siguientes generaciones.

Y las altas cargas impositivas típicas del Estado benefactor, no son, con toda seguridad, deseadas por la mayoría de los ciudadanos. A este respecto viene a cuento la frase de Churchill, que comparto plenamente: “Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa “

 

Gobernar significa llevar el timón, no necesariamente remar

 Lo curioso del caso es que todo comenzó por un cheque para el callista en un municipio cercano a Estocolmo, como describe, en uno de sus libros,  Reinventar el Estado del bienestar – La experiencia de Suecia”, Mauricio Rojas,   profesor chileno-sueco de Historia Económica en la Universidad de Lund, un autor de referencia en esta materia.

En este vídeo, que no deja indiferente a nadie, Mauricio, desliza las ideas fuerza del “capitalismo del bienestar”, o sea, Estado y mercado colaborando, que es la base del éxito del modelo sueco.

Para ser justos, algún atisbo de este capitalismo del bienestar ya se da, desde hace muchos años, en nuestro país, donde funcionarios del Estado y de Educación de las Comunidades Autónomas podemos elegir entre la sanidad pública y la sanidad privada. Dejo aquí un dato objetivo, sin entrar a valorarlo: apenas el 20% de los funcionarios que tienen esta posibilidad eligen la sanidad pública.

   ANEXO

 Entresaco a continuación, en palabras de Mauricio Rojas y de otros economistas, de forma resumida,  los aspectos que considero más relevantes del modelo sueco:

  1.  En Suecia se creó un  nuevo consenso político en torno a un modelo de bienestar donde se compatibiliza una fuerte responsabilidad pública con la libertad de elección y de empresa. Se trata del Estado posibilitador, donde la responsabilidad pública es un instrumento para ayudar al individuo a realizar su voluntad y no para imponerle decisiones colectivas, como era el caso del Estado benefactor del pasado.
  2. En la pragmática y realista Suecia nunca se ha visto una huelga contra la apertura del sector público a la iniciativa privada o la privatización de importantes entes y funciones antes estatales. En otras latitudes cuesta más desembarazarse de los dogmatismos ideológicos o de los sueños altisonantes y a veces las crisis conducen incluso a una mayor tozudez en vez de abrir las mentes.
  3. La velocidad del cambio y el consenso de base que lo ha hecho posible se explican en gran medida por la gravedad abismal de la crisis que Suecia vivió a comienzos de los 90. Fue una especie de «experiencia próxima a la muerte» que abrió los caminos de una reforma que de otra manera hubiese sido impensable. Se hizo apremiante el control de costes y someter a los servicios públicos a cierto nivel de competencia interna o externa que generase una presión positiva sobre los mismos.
  4. El eje fundamental de las reformas emprendidas en lo que respecta a los servicios del bienestar de responsabilidad pública ha consistido en la ruptura de los monopolios estatales sobre la provisión de los mismos
  5. Todo el proceso de reforma tuvo una premisa crucial: la inexistencia de una amplia capa de empleados públicos con privilegios especiales, en particular la inamovilidad en sus cargos. En Suecia, los empleados públicos se rigen por la misma legislación laboral que resto de trabajadores. Sólo los jueces y los oficiales de las fuerzas armadas tienen estatus de funcionario vitalicio.
  6. El dinero sigue a la elección del ciudadano, que tiene el poder de decidir la aplicación de sus innovadores “vales del bienestar” con entera libertad en colegios u hospitales de su preferencia, sean públicos o privados. En Suecia, estas reticencias sobre lo público y lo privado son irrelevantes, ya que no se incrementa el coste para el erario público y se asume que el lucro privado se produce por la eficiencia en la gestión.
  7. Contradiciendo una creencia muy generalizada, un mercado libre es mucho más regulado —por normas de derecho privado y público— que un sistema de planificación y monopolio estatal que, por naturaleza, detesta los controles y aborrece la transparencia de sus actividades.
  8. La reforma de la educación es el cambio más radical y de mayores consecuencias en la transformación del viejo Estado benefactor, estableciendo la libertad tanto de elegir como de crear escuelas (básicas y secundarias) no públicas financiadas por un vale de educación.
  9. Toda la ganancia viene de la capacidad de producir servicios más atractivos a costes inferiores que los producidos por el sector público que es el que, a través de sus costes, determina la cuantía de los vales y, en general, de los pagos por servicios del bienestar.
  10. Los ciudadanos tienen la libertad de inscribirse en el centro de salud de su  preferencia y a los empresarios de la salud la de crear centros médicos de todo tipo sin más restricción que cumplir los requisitos de autorización establecido.  El pago se establece por  «capitación», es decir, cada centro médico recibe un vale de salud de la persona que lo elije cuyo monto es fijo y equivale al costo promedio en salud primaria de los habitantes de la provincia respectiva. Los productores de salud no pueden seleccionar a quienes busquen sus servicios, lo que es una medida necesaria para evitar todo tipo de selección que discrimine a los pacientes de más alto riesgo.  
  11. El centro médico, a su vez, debe cubrir los gastos efectivos de la atención de sus pacientes, lo que genera fuertes incentivos para los proveedores de servicios de salud de invertir en medidas de tipo preventivo. Los ciudadanos pueden cambiar de centro de salud un mínimo de 4 veces al año. Esta es la mejor protección contra un servicio de mala calidad o que no satisfaga al usuario directo. El Estado elabora  «guías de salud» transparentes que dan a los pacientes amplia información sobre los rendimientos y características de los centros de salud entre los que pueden optar. Así, la libertad de elección puede ejercerse de manera informada.
  12. Los sistemas de pensiones se basan  en la relación entre población activa y pasiva y es el gran quebradero de cabeza de los países desarrollados: la insostenibilidad del viejo sistema ante el gran aumento previsible del número de personas jubiladas, así como la prolongación de las expectativas de vida de la población. Entre las grandes ventajas del modelo sueco, que es público-privado, está el fuerte incentivo que genera para postergar la fecha efectiva de retiro.
  13. Suecia nos muestra una metodología a seguir: no se trata de elaborar grandes planes, típicos del gran estado benefactor, diseñados desde arriba, sino, por el contrario, de diseñar un cambio impulsado desde abajo, desde los ciudadanos, simplemente de introducir mecanismos de libre competencia en la prestación de servicios públicos y de dar libertad de elección informada a los ciudadanos. Como en cualquier situación de mercados abiertos y competitivos, la demanda efectiva de los ciudadanos es la que marca el ritmo y la orientación de los cambios.
  14. En suma, la experiencia de Suecia nos indica que el Estado del bienestar del futuro deberá ser, sobre todo, un Estado posibilitador de la iniciativa ciudadana y no su sustituto, poniéndose al servicio de la sociedad y no a la inversa, rompiendo las inercias organizativas de la sociedad industrial, una sociedad que ya ni existe, ni se la espera más.

 

 

 

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Sobre el autor

Si tuviera que definirme en pocas palabras diría que me considero catalizador, promotor de cambios. Dentro de un espíritu inquieto y de sana rebeldía, me gusta definir las actuaciones dentro de un marco que las dote de coherencia. Me importa mucho el entendimiento personal. Mi mundo, hasta los 26 años, se ceñía exclusivamente al ámbito educativo. Estudié Matemáticas y la salida inmediata era la enseñanza. Nunca pensé que podría dedicarme a algo diferente. Me tocó vivir la eclosión de los ordenadores personales de la década de los 80. Empezaron a dotarse los centros educativos de PC ́s. Fui uno de los profesores de Informática de este primera ola. En esta época, junto a un amigo, adquirí mi primer ordenador personal (carísimo) para uso empresarial. Empecé a conocer el mundo de la empresa. En la década de los 90, me cautivó el Informe Bangemann, como marco inspirador de la Sociedad de la Información. De la mano de Juan Bernal, Consejero de Economía y Hacienda, fui Director General de Informática de la Comunidad de Murcia. Fue una etapa apasionante y creativa donde abordamos proyectos como la Red Corporativa de Banda Ancha, la adaptación al euro y el año 2000, la implantación de SAP o la realización de uno de los primeros proyectos de ciudad digital de nuestro país (Ciezanet). Compaginé, durante muchos años, la docencia con el desempeño de puestos de responsabilidad en empresas regionales del sector TIC. En 2009, como profesor, puse en marcha un proyecto innovador cuyo objetivo fundamental era comprometer a los padres en la mejora del rendimiento educativo de sus hijos (proyecto COMPAH). Empecé a familiarizarme con el mundo 2.0 y a emplear estos recursos en mis clases. Como admirador de Morris Kline, soy un amante de las aplicaciones de las Matemáticas al mundo real como elemento motivador de su estudio por parte de los alumnos. Mi primer contacto con las metodologías de la innovación (Design Thinking) se produjo en 2010, de la mano de un consultor, Xavi Camps, que me hizo ver que la creatividad y la innovación son la base de la prosperidad de las organizaciones y que estos atributos se pueden entrenar y perfeccionar. Desde entonces, soy un apasionado de la innovación como concepto transversal. Creo profundamente en la innovación pública. Las instituciones no pueden seguir funcionando casi como en el siglo XIX. Deben transformarse, en el contexto del paradigma de Gobierno Abierto, para convertirse en organizaciones centradas en los ciudadanos, transparentes, sostenibles, eficientes, ligeras y facilitadoras de la actividad empresarial y de la creación de empleo de la mano de iniciativas como el Open Data. Como ciudadano me preocupa especialmente la sostenibilidad de la sanidad pública, y de las pensiones, ahora que voy viendo cada vez más de cerca la edad de la jubilación. No sé contar chistes pero me divierte el humor surrealista y los juegos de palabras, que a menudo sufren familiares y amigos. He trabajado como asesor de innovación en la CARM (2012-2016). Actualmente he vuelto a mis clases en el IES Alfonso X El Sabio, soy Director Adjunto de la Cátedra Internacional de Innovación de la UCAM y participo en un proyecto empresarial.


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