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Antonio Botías

La Murcia que no vemos

Aquellos años en que Murcia no estaba para fiestas

Suspensión del Bando en 2002. Foto Juanchi López.

Harían falta muchos dedos de las manos, y ni sumando los de los pies alcanzaríamos, para contar las veces en que se suspendieron procesiones, Entierro de la Sardina y Bando de la Huerta a lo largo de la historia. De las primeras, desde hace seis siglos. De las dos últimas, desde mediados del siglo XIX, cuando se crearon. Y, en todos los casos sin excepción, las suspensiones causaron tan tremendas como divertidas controversias. Lo normal, por otro lado, en esta bendita tierra de contradicciones.

El Entierro de la Sardina, fundado en 1851, si unos años no salió a las calles, en otros lo hizo dos veces. Por ejemplo, en 1877, debido a la visita de Alfonso XII. Ya en 1862, con motivo del periplo de Isabel II por la provincia, también se organizó.

Aunque el desfile sufrió un contratiempo en 1878. Apenas unos días antes de celebrarse la recepción de la sardina, que incluía una cabalgata, fue necesario suspenderla porque había muerto el Papa Pío IX. Otra muerte, la de Alfonso XIII en Roma, causó una nueva suspensión en 1941.

Similar situación casi sucedió al fallecer el Papa San Juan Pablo II. Ocurrió el sábado 2 de abril de 2005, el mismo día en que estaba previsto que las carrozas y su algarabía de luz y fuego tomaran las calles. Tanto el entonces concejal de Cultura, Antonio González Barnés, como el alcalde, Miguel Ángel Cámara, valoraron esa posibilidad, aunque al final declinaron hacerlo.

Las causas de suspensión, con la historia en la mano, son variadas. Desde las económicas, por ausencia de dinero y subvenciones, hasta las catástrofes medioambientales, como ocurrió tras la terrible riada de Santa Teresa en 1878.

La lluvia deslució las fiestas en 2006. Foto Juanchi López.

El efecto de la tragedia sobre el ánimo de los murcianos fue tal que el Entierro no se convocaría durante veinte años. Las inundaciones de 1946 le hicieron correr similar suerte. Y, de igual forma, tampoco se celebró durante la Primera Guerra Mundial. La Guerra Civil paralizó cualquier iniciativa hasta 1940.

En otras ocasiones, los vaivenes políticos arruinaron las convocatorias. E incluso durante periodos de tiempo amplios. Eso ocurrió de 1866 a 1875 por la revuelta situación española, que incluyó una revolución, el destronamiento de Isabel II, las insurrecciones cantonales y hasta la amenaza de los carlistas de ocupar Murcia.

Tampoco faltaron años en que los enfrentamientos fueron, precisamente, por la fiesta misma. Eso ocurrió en la década de los años 20. Algunos murcianos consideraban el Entierro, como lo describió el diario “La Verdad”, una “báquica orgía de todos los desenfrenos, que un año y otro han ofendido el pudor de la mujer murciana, al pasear la carne de prostíbulo por nuestras calles”.

Otros, en cambio y encabezados por “El Liberal”, opinaban lo contrario. La raíz del asunto fue la muerte de una joven de La Unión abrasada sobre una carroza, donde la habían atado para que no cayera al suelo con los vaivenes. La tradición yerra al considerarla una prostituta, por cierto y como Martínez Tornel denunció en su día.

La historia del Bando de la Huerta corrió similar suerte desde que se celebrara el primer desfile en 1851 ligado a las fiestas del Carnaval. Apenas aguantó hasta 1865 y durante la siguiente década no sería convocado. Pero por poco tiempo. En 1876 volvió a las calles, aunque la riada de Santa Teresa también lo anuló durante dos décadas. De nuevo, la Guerra Civil obligaría a cancelarlo en 1937 y 1938, para recuperar al año siguiente durante las fiestas de septiembre. Las dos ediciones siguientes no se realizaron y en 1943 resurgió, en esta ocasión convocado el Lunes de Pascua y no el Domingo de Resurrección, donde también llegó a conformarse.

A Dios rogando

Respecto a las procesiones, en no pocas ocasiones durante el siglo XX fueron prohibidas a causa de las lluvias. Relatarlas todas nos permitiría escribir un libro. Y en todas, casi sin excepción, surgieron divisiones de opinión. Eso ocurrió en 1933 tras la suspensión de la procesión de los Salzillos, el Viernes Santo en la mañana, aunque entonces “hasta los más exaltados partidarios de la salida reconocían que siendo enorme el peso de los pasos hubiera sido una verdadera temeridad”, señalaba el diario “El Tiempo”.

Suspensión de las procesiones. Diario El Tiempo. Murcia. 1909.

Cierto es que, cada vez con mayor frecuencia, las opiniones de los fanáticos son casi anecdóticas. Pero no siempre fue así. Si recordamos la última gran pandemia que azotó el mundo entero, la gripe española de 1918, encontramos un dato sobrecogedor. El parte médico del 20 de octubre de aquel año cifraba en unos sesenta el número de fallecidos en la ciudad. A aquellas alturas de la epidemia, que se cobraría en la provincia tres mil víctimas, muchos actos públicos fueron suspendidos. Pero no así las rogativas de la Iglesia.

Es más: el mismo día se celebró una en la Catedral, en pleno corazón de la urbe, donde se expuso la Patrona, la Virgen de la Fuensanta, y que incluyó estación de penitencia, rosario, novena de los santos, la oración “protempore pestilentia”, bendición y reserva del Santísimo Sacramento. Convocaron la ceremonia a las cuatro y media de la tarde. Para que asistiera más personal.

Tampoco hay que adentrarse en polvorientos legajos para descubrir cuándo se suspendieron procesiones en Murcia por última vez. Porque fue el año pasado, también por la lluvia. Y no se produjo alboroto ni altercado alguno. Aunque eso sí: muchas lágrimas. En ese caso como en otros se adoptó la decisión para proteger el patrimonio. Este año del coronavirus también se cancelan para proteger vidas. Como debe ser, pijo. El año pasado no hubo desfiles para proteger el patrimonio; este 2020 será para proteger vidas

Por Antonio Botías

Sobre el autor

Este blog propone una Murcia inédita, su pequeña historia, sus gentes, sus anécdotas, sus sorpresas, su pulso y sus rincones. Se trata de un recorrido emocionante sobre los hechos históricos más insólitos de esta Murcia que no vemos; pero que nos define como somos. En Twitter: @antoniobotias


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