Beethoven compone entre 1802 y 1804 la sinfonía nº 3 como muestra de admiración a Napoleón, general francés que va a liberar a Europa de la monarquía. Sin embargo, cuando se entera de la autoproclamación de éste como emperador, borra la dedicatoria de la partitura y la edita con el título de “Sinfonia eroica, composta per festeggiare il sovvenire d’ un grand’ uomo, e dedicata a Sua Altezza Serenísima il Principe de Lobkowitz” (“Sinfonía heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre y dedicada a Su Alteza el Príncipe de Lobkowitz”).
Esta sinfonía supone una feliz novedad en la historia de la música ya que Don Luis rebasa claramente las fronteras de su tiempo. No sólo es, hasta ese momento, la sinfonía de mayor duración sino que contiene un continuo e implacable impulso rítmico sin parangón.
Beethoven, sin traicionar los principios del Clasicismo, dinamita los esquemas de este periodo y crea una obra donde todo es imaginación y creatividad en el tratamiento de los temas musicales. Además, se muestra como un genial improvisador y experimenta con las distintas posibilidades sonoras de cada instrumento de la orquesta.
Esta magnífica composición, que escucharemos el jueves 4 en Cartagena y el viernes 5 en Murcia, tiene infinidad de detalles que la hacen única y asombrosa.
Les sigo contando cosas de la Heroica en la próxima publicación.