Una de las obras con un comienzo más sobrecogedor es la cuarta sinfonía de Anton Bruckner (1824-1896), finalizada el día de Santa Cecilia de 1874 y bautizada con el nombre de “Romántica”. Es la primera sinfonía que Bruckner compone en modo mayor (Mi bemol Mayor) y en ella nos muestra su inmensa personalidad como compositor y su maestría en el manejo de la tonalidad y sus modulaciones, en el contrapunto, en los temas líricos y en las progresiones cromáticas, lo que hace que sus sinfonías tengan un sonido único. Todo esto lo combina Bruckner de una manera tan personal que Philip Barfrod dice que “las sinfonías de Bruckner no son meramente cíclicas, sino elípticas”.
La obra no tiene una intención programática, es decir, no pretende describir nada en concreto. Sin embargo, Bruckner, en un momento dado y quizás presionado por sus amigos, trata de agradarles y asocia la “Romántica” con algunas ideas como son: “Ciudad medieval – amanecer – la llamada de la mañana en las trompas – los caballos cabalgan por el bosque – los murmullos del bosque – etc…”
El primer movimiento de la cuarta sinfonía o “Bewegt, nicht zu schnell” (“Vivo, pero no demasiado rápido”) contiene al menos cinco temas musicales, pero Joseph Mark Lalumia defiende en su tesis doctoral la presencia de dos motivos fundamentales, a partir de los cuales surgen todos los temas de la sinfonía.
El primer motivo aparece justo al principio del movimiento (ver vídeo en 00:01:25) como un solo de la trompa acompañado de un trémolo en pianissimo de los instrumentos de cuerda. En este motivo aparece la nota que crea todo el misterio. Si escuchan con atención, la segunda llamada de la trompa “Paaa-Paa-PaPáaa” (00:01:33) es como un eco del comienzo, pero cambia la primera nota Si bemol por un Do bemol). Esta pequeña modificación, sin ninguna duda, confiere a este pasaje musical el halo de misterio y la belleza que me encantaría que compartieran conmigo.
El segundo motivo aparece a cargo de los instrumentos de viento madera y de los violines (00:02:37 del vídeo) y contiene un triplete que proporciona el ritmo y la melodía a un fragmento sinfónico de al menos 30 compases de duración. Es la parte que suena como un “Ta – Ta – TaTaTá”.
A lo largo de la sinfonía, estos dos motivos reaparecen y sufren numerosas modificaciones que no vamos a analizar.
La versión de la “Romántica” que adjunto es de la Filarmónica de Viena bajo la batuta de Claudio Abbado. Aunque el comentario de hoy se centra en los compases iniciales del primer movimiento de la obra, tienen un video con la sinfonía completa para que puedan disfrutarla en su totalidad.
Espero que sea de su agrado.