Cuando se modifica la legislación, generalmente hay revuelo. Viena es testigo en el siglo XVIII de una nueva ley del matrimonio promulgada por José II y Mozart no pierde la oportunidad para centrar en las intrigas que genera este tema, su ópera cómica más perfecta.
“Las bodas de Fígaro” es una obra maestra coproducida por el genio de Salzburgo y el libretista Da Ponte que, sin lugar a dudas, supera al texto de Beaumarchais en el que se basa el argumento. Mozart tiene la asombrosa capacidad de caracterizar musicalmente a los personajes, de forma que éstos conservan su identidad y su individualidad a lo largo de las diferentes arias, dúos, tríos, cuartetos, quintetos, sextetos y septetos que aparecen en la ópera.
Mientras Wolfgang Amadeus compone “Las bodas de Fígaro”, escribe tres conciertos para piano muy novedosos por la inclusión el clarinete en la orquesta. Para Mozart, los instrumentos de viento son muy importantes y Paul Henry Lang en su libro “La experiencia de la ópera”, comenta que la orquesta no sólo acompaña a la voz, sino que los clarinetes, fagotes, flautas, oboes y trompas intervienen continuamente con un cometido musical fundamental. Lang considera que estos diez músicos deberían estar tan considerados como las tres sopranos, el barítono y el tenor.
En esta ópera, cualquier fragmento es “oro molido”. Para comprobar como Mozart describe musicalmente el despertar de la sexualidad adolescente del paje Cherubino y la agitación que le produce el no poder describir este ardor amoroso, escuchen la voz de la soprano Elisabeth Schwarzkopk y la genial participación de la orquesta en el aria “Voi che sapete” . Para Lang, los suspiros de los instrumentos de madera expresan perfectamente la sensualidad del personaje.
Mozart nos recuerda que el amor es algo serio, tanto para los humildes como para los plenipotenciarios.