La audición de las sinfonías de Johannes Brahms (1833-1897) es clave para que yo tome la decisión de aprender a tocar el clarinete. Leer música y poder interpretarla constituyen una de las mayores satisfacciones que he tenido en la vida. Entre las generosas personas que me animan, apoyan y aconsejan a ser un poco mejor cada día, está Jesús Antonio Carrasco Gómez, solista de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia.
El viernes 11 de octubre, la OSRM, dirigida por su directora titular Virginia Martínez, interpreta la tercera sinfonía del compositor nacido en Hamburgo. La combinación de Brahms y clarinete es para mi irresistible y le he pedido a Jesús Carrasco que nos cuente que sensaciones tiene tras los ensayos de esta obra maestra.
Jesús, clarinetista nacido en Abarán y formado en el Conservatorio Superior de nuestra capital, es en 1998 un joven con mucha determinación por formarse con los profesores de más prestigio. Así, se traslada a París donde perfecciona su arte en L´École Normale “Alfred Cortot” con los profesores Jean Marc Volta y Guy Deplus y obtiene los prestigiosos Título Superior de Ejecución y Diploma Superior de Concertista. Desde entonces ha formado parte de diversas formaciones de prestigio internacional como la Orquesta del Gran Teatro del Liceu de Barcelona y la Orquesta Ciutat de Barcelona i Nacional de Catalunya.
Carrasco comenta que: “El hecho de tener en el atril cualquier sinfonía de Brahms supone una motivación extra para vivir una semana de ensayos llenos de pura energía. Brahms compone, al mismo tiempo, de una manera libre, elástica, densa y expansiva, siempre con equilibrio. Uno siente en cada momento los ritmos fundamentales que sirven de base a los grandes pasajes líricos tan característicos de su música”.
La tercera sinfonía del músico alemán genera sensaciones muy distintas en Jesús: “Interpretando esta obra siento al mismo tiempo, anhelo, sinceridad, nobleza, tormenta y una calma majestuosa. En una ocasión le preguntaron al Maestro qué había que hacer con el tempo para lograr tensión, ternura y dramatismo, y la respuesta fue: -Hágalo como sea, pero que sea bello- ”.
Brahms es considerado un heredero de Beethoven pero se diferencia del genio de Bonn en dos aspectos. El primero es la sustitución del scherzo por un movimiento más schubertiano y el segundo es el empleo de una forma compositiva cíclica menos llamativa, con el uso de temas musicales derivados de una idea básica. Brahms compone la tercera sinfonía en Fa mayor (opus 90) con 50 años de edad y la estrena en Viena con enorme éxito. Los movimientos que la componen son: Allegro non troppo, Adagio non troppo, Allegreto grazioso quasi andante y Allegro con spirito. La obra concluye en un pianísimo tranquilo en contraposición a la tradición beethoviana del final triunfal.
Sobre el trato que Brahms da al instrumento de ébano en esta sinfonía, Carrasco opina que “es un perfecto conocedor del clarinete gracias a la influencia de su gran amigo y clarinetista Richard Mühlfeld, para quien compone todas sus obras de música de cámara. Brahms conoce todas las posibilidades del clarinete del siglo XIX, con todos los avances técnicos (dispone de 13 llaves) y de sonoridad. El compositor aprovecha la potencia y la gran paleta de colores y de dinámicas de este instrumento y, especialmente, en el solo de clarinete del segundo movimiento apreciamos la dulzura, legatto, sensualidad, desenfado y riqueza en los diálogos orquestales.”
Viernes, 11 de octubre, 20 horas. Auditorio “Víctor Villegas”. Ciclo Grandes Conciertos: Obras de Glinka, Saint-Saens y Brahms. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Javier Perianes (piano). Virginia Martínez (Dirección musical).