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Carlos Escobar

Música inesperada

La lámpara del sacrificio.

 

Si les pregunto cuál es el Teatro de Ópera más original, moderno y representativo de una ciudad, seguramente, la mayoría de ustedes constestarán que es la Ópera de Sidney. En este post de Música inesperada les cuento cómo el arquitecto danés Jørn Utzon ideó y materializó la cubierta de esta enigmática construcción.

Utzon gana el concurso para construir la Ópera de Sidney gracias a un proyecto brillante basado en un podio muy bien definido sobre el que se levanta una serie de cubiertas concatenadas que protegen y contienen dos auditorios de distinto tamaño.

Las cubiertas con forma de velas pueden entenderse como un homenaje al largo viaje del descubrimiento de la bahía de Sidney, pero también, como dice Rafael Moneo, se asemejan a los pétalos de una flor, al caparazón de un crustáceo o a la armadura de un guerrero.

Jørn Utzon dispone las cubiertas para que el conjunto ofrezca una imagen de ligereza. Los tres segmentos que cubren el auditorio grande y los dos del pequeño, motivan al arquitecto para dominar la técnica constructiva de delgadas láminas de hormigón de modo que se mantienen rígidas gracias a unos nervios de refuerzo.

Cuando Ove Arup, el Ingeniero Jefe de la obra, se propone dar más espesor y rigidez a la estructura, Utzon no lo acepta. Su personal, atrevida y astuta concepción de la Ópera de Sidney no está presente en las diferentes propuestas de los ingenieros que plantean estudios geométricos precisos para la construcción de las cubiertas.

Utzon invierte tiempo en pensar una solución fiel a los dibujos que figuran en su proyecto inicial. Finalmente la encuentra imaginando y diseñando un grupo de triángulos esfericos (ver imagen superior). La superficie de una esfera puede ser dividida en gajos, como el mismo demuestra sobre un modelo de madera en el que los triángulos esféricos definen la superficie de las cubiertas.

Jørn no solo facilita el cálculo geométrico a los ingenieros, sino que permite la fabricación en serie de estos elementos fruto de la descomposición de la esfera y que formarán las cubiertas. Por fin, el arquitecto consigue que la obra siga adelante sin perder de vista el modelo final, pero, como dice Moneo: “la dureza de la geometría y la segmentación nada tienen que ver con la dulzura del trazado a mano alzada inicial.”

Una vez solucionado el problema de la cubierta de la Ópera de Sidney, el profesor Utzon abandona la obra por motivos de programación, económicos y sobre todo políticos, para no volver jamás. 

Esta historia muestra como Jørn Utzon sigue el principio de la “Lámpara del sacrificio” definido por John Ruskin a finales del siglo XIX: la arquitectura es el arte que dispone y adorna los edificios, separando la arquitectura de la construcción. Es el esfuerzo extremo empleado en la construcción de elaborados ornamentos lo que verdaderamente importa en la arquitectura, más aun que el resultado final”. 

 

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por Carlos Escobar

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