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Carlos Escobar

Música inesperada

El reloj suizo más perfecto.

 

 

Igor Stravinsky definió con esta expresión al compositor de hoy. El francés Maurice Ravel (1875.1937) es el fruto del matrimonio entre un ingeniero suizo y una española de origen vasco. Su vida transcurre en París, en cuyo conservatorio es admitido con sólo 14 años. Ravel está clasificado como un músico “impresionista”, aunque, por su enorme personalidad artística, es complicado incluirlo en un movimiento concreto.

Con motivo del concierto  del próximo viernes en el Auditorio “Víctor Villegas”, conversamos con José Miguel Rodilla, catedrático de Dirección de Orquesta del Conservatorio Superior de Murcia y director musical del programa que escucharemos: “Mi propuesta fue dedicar un concierto a la música francesa. En este contexto y considerando la plantilla de la orquesta, Ravel no podía faltar.  Su obra, “Le tombeau de Couperin”, encaja perfectamente y es una obra emblemática que refleja con nitidez la unión del lenguaje impresionista con el del neoclasicismo. Al mismo tiempo, sirve de nexo entre las otras dos obras del programa, la “Petit suite” de Debussy y la “Sinfonietta” de Poulenc “.

“Le tombeau de Couperin”, en palabras del propio Ravel, no es una obra dedicada al músico francés del Rococó, sino a la música francesa del siglo XVIII. La compone en el otoño de 1917, tras dos años de sequía creativa por su participación en la Primera Guerra Mundial. La muerte de su madre y la pérdida de varios amigos en el frente, hace que Ravel reaccione ante la tragedia con la creación de una suite para piano con el título “Le tombeau de Couperin”.

En 1920, Ravel instrumenta cuatro de los seis movimientos de la suite y la versión orquestal se estrena en los Conciertos Pasdeloup de París bajo la batuta de Rhené-Baton. Las cuatro piezas que componen “Le tombeau de Couperin” para orquesta son: Preludio, Forlane, Minueto y Rigodón.

Según José Miguel Rodilla, “aunque la obra con más dificultad técnica del programa es la Sinfonietta de Poulenc, destaco la obra de Ravel por el delicado lenguaje que nos transporta a mundos sonoros maravillosos. Los cuatro movimientos suponen un reto para el director por la sutileza de la orquestación, pero el más comprometido es el Forlane. Más que en los aspectos técnicos, la dificultad radica en el control de las múltiples entradas de los distintos instrumentos para lograr un equilibrio sonoro”.

La orquesta se compone de dos flautas, dos oboes (con corno inglés), dos clarinetes, dos fagotes, dos trompas, una trompeta, arpa y cuerda. Rodilla asegura que “los instrumentos que tienen un protagonismo especial a lo largo de la obra son los de viento madera. Tal vez destacaría el oboe, cuyas intervenciones se aprecian en casi todos los temas de los cuatro movimientos, especialmente en el comienzo del Minueto”.

La orquesta que propone Ravel nos recuerda a las típicas del siglo XVIII, pero nos ofrece un lenguaje armónico moderno que nos llena de emoción.

El maestro francés, poco antes de morir, dijo: “Todavía tengo tanta música en la cabeza. No he dicho apenas nada. Me queda tanto por decir”.

Viernes 13 de diciembre, 20 horas. Obras de Debussy, Ravel y Poulenc. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. José Miguel Rodilla (director musical). Entradas: 18, 14 y 10 euros.

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por Carlos Escobar

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