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Carlos Escobar

Música inesperada

En mi querida París

 

París es una ciudad entrañable para mí por distintos motivos. Además de ser destino de inolvidables viajes turísticos con la familia y con amigos, la capital de Francia ha sido testigo de interesantes congresos médicos internacionales y de emotivos acontecimientos deportivos en los que he tenido mi momento de gloria. Los lugares con más encanto, en mi opinión, son el barrio de Montmatre, el Museo Marmottan y la Rue Rome, donde disfruto mucho perdiéndome en las tiendas de partituras musicales como “La Flute de Pan”.

Pero de todos los edificios de la “ciudad de la luz”, el que más me impresiona es el de la Ópera de París, considerado el ejemplo más característico de la arquitectura del Segundo Imperio en Francia (1852-1870). Luis Napoleón, sobrino del famoso Napoleón el Grande, vive con la intención de recuperar el esplendor de Francia y mostrar todo su poderío económico y hegemonía cultural. Además del plan para completar el Museo del Louvre y de reestructurar urbanísticamente toda la ciudad con la ayuda del barón Haussmann, en 1860 convoca el concurso de la Ópera de París.

Charles Garnier (1825-1898) es un arquitecto formado en l´École des Beaux Arts que ya desde el inicio destaca en su profesión. En 1848 la Academia le otorga el Prix de Rome, lo que le permite viajar por Grecia, Italia y Oriente. Para ganar el concurso de la Ópera de París tiene que competir con Viollet-le-Duc, otro arquitecto muy amigo de la emperatriz Eugenia. Sin embargo, Napoleón III decide finalmente que el proyecto de Garnier es el mejor.

La obra de la Ópera de París queda terminada por fuera en 1870, pero hasta pasado cinco años no se inaugura. El impresionante edificio contiene numerosos elementos figurativos y esculturas, entre las que sobresalen las de Carpeaux. El estilo es más italiano que francés, con una fachada de aire veneciano, que cobra especial protagonismo por las dimensiones de la plaza a la que mira. No hay una puerta principal, sino una bella arquería que conecta directamente con el vestíbulo. Uno de los aspectos más llamativos de la fachada es la policromía resultante de la combinación de los distintos mármoles de las columnas y ornamentos.

De los detalles del interior de la ópera, destacaría la sala de butacas y la escalera ceremonial que son espectaculares.  La escalera es el elemento que ordena los espacios de relación y los salones, tan importantes para Garnier como los propios lugares de representación.

 

 

París es la ciudad donde transcurre la acción de óperas como La Boheme y de musicales como El Fantasma de la Ópera. Otra obra maestra situada en parte en esta ciudad es La Traviata con su célebre fragmento “Parigi, o cara”, (“Querida París”), uno de los momentos sublimes de la composición de Verdi y que pueden escuchar en el siguiente enlace.

 

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por Carlos Escobar

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