La música de cámara de Robert Schumann (1810-1856) es de una belleza y calidad fuera de lo común. En este post lo van a comprobar gracias a un músico con una sensibilidad impensable con un instrumento tan grande como un contrabajo. Rinat Ibragimov ha sido hasta hace poco el contrabajista principal de la London Symphony Orchestra y un destacado profesor. Entre sus alumnos está Pablo Orenes Fernández, con el que pudimos conversar en el post de Música inesperada del pasado 1 de marzo.
Ibragimov interpreta el Adagio y Allegro Op. 70 en La bemol mayor, que Schumann escribió para trompa y piano, prácticamente en una sola jornada, la del 14 de febrero de 1849. La sensación causada en los conciertos de Berlín con la aparición de las trompas vienesas de tres pistones de Uhlmann, entusiasmó tanto al compositor sajón, que trató de sacarle todo el jugo posible al “nuevo” instrumento.
Rinat Ibragimov toca en este vídeo una transcripción de la pieza de Schumann realizada por Dmitri Rogov para contrabajo y piano. Pablo Orenes me contaba que Rinat sufrió hace algo más de un año un derrame cerebral que lo apartó totalmente de la actividad profesional. Que ha tenido que “reaprender” cosas como moverse, andar o expresarse. Afortunadamente, con mucho esfuerzo por su parte y con el total apoyo de sus seres queridos, lo está consiguiendo poco a poco.
Pablo, su discípulo, dice que como músico, Ibragimov era increíble y único. Cuando experimenten las sensaciones que generan esta forma de tocar, es posible que olviden que están escuchando un contrabajo. Su destreza técnica quedaba en un segundo plano por que su musicalidad lo eclipsaba todo.
Sirva este post de homenaje y agradecimiento a Rinat Ibragimov.