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Carlos Escobar

Música inesperada

El triplete de Don Luis

Durante la etapa intermedia de su carrera, denominada también periodo heroico, Ludwig van Beethoven compone el Triple Concierto para piano, violín y violonchelo, opus 56. Es un momento muy especial en la historia de la música, ya que el maestro de Bonn completa su Tercera Sinfonía y con ella cambia de manera definitiva la escritura en el repertorio sinfónico.

Este triplete de Don Luis se produce en 1803, una de sus mejores temporadas productivas: Compone sus célebres sonatas Waldstein y Appassionata, el Concierto para piano número 4 y la primera versión de Leonora, su única ópera que a la postre se llamará Fidelio.

Es muy sorprendente que el Triple Concierto de Beethoven no se interprete con la asiduidad que merece, ya que es una obra maestra por su estructura tonal y formal y una composición sin par entre las del genio alemán.

Don Luis llega a Viena en el año 1792 y rápidamente se hace famoso en una sociedad que nunca había escuchado a un intérprete tan destacado en el arte de la improvisación musical. Además, como pianista y compositor, desarrolla una brillante carrera con la que es reconocido en la capital de la música.

La pérdida auditiva diagnosticada en 1802 comienza a tener repercusión en el mundo interior del maestro (ver el Testamento de Heilingenstadt), pero no disminuye en absoluto su creatividad ni su productividad en el periodo medio de su vida.

El Triple Concierto para piano, violín y violonchelo se estrenó en privado en el palacio del Príncipe Lobkowitz, el mecenas y amigo de Beethoven, entre mayo y junio de 1804, en una fecha no determinada con exactitud. Ese día, el compositor se sienta al piano acompañado del violinista Anton Wranitzky y el chelista Anton Kraft, músicos de la orquesta del noble. Cuatro años más tarde se estrena en Leipzig con escaso éxito por la mala interpretación de los músicos.

Escrito en tres movimientos, Allegro, Largo y Rondo alla Polaca, esta genial composición contiene aspectos musicales de interés. Uno de ellos es como Beethoven nos presenta el tema principal en los violonchelos y contrabajos, para luego pasarlo al violín y finalmente al piano. Confío en que el oyente disfrutará de la expresividad del segundo movimiento así como de la alegría de los acentos folklóricos y populares con los que finaliza la pieza.

El pasado 21 de junio celebrábamos la festividad de San Luis, el solsticio de verano y el Día Europeo de la Música. En una época donde se celebran todo tipo de tripletes, me quedo con el más eterno y definitivo, el que nos regaló Don Ludwig.

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por Carlos Escobar

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