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Carlos Escobar

Música inesperada

Telarañas distantes

 

El amor es un sentimiento no exento de efectos adversos. Antes de intuir que alguien encaja en nuestro proyecto vital, una devastadora tormenta interna se origina en el mágico instante del enamoramiento.

En tan ilógica esta reacción, que de pronto, las diferencias insalvables y los imposibles de una relación quedan completamente  silenciados. Pero, tarde o temprano resurge el entorno real con todas sus circunstancias desfavorables, produciendo en el enamorado un impacto emocional desalentador. Éste, dominado por una irracionalidad afectiva, sale catapultado lejos de la comprensión de los demás.

Estar enamorado puede ser muy complicado ante un rechazo, enfermad, o si cobran protagonismo las diferencias de edad, distancia, clase social, estado civil, recursos económicos o raza, entre otras. Un enamorado sin esperanza pasa a vivir en una telaraña distinta a la de su amada. Una telaraña que además de inaccesible, solo existe para él.

De algo parecido a esto habla Franz Schubert  (1797-1828) en una de las obras más impactantes que nos legó al final de su vida y que refleja la dignidad humana ante un sincero, intenso e imposible sentimiento de amor.

Schubert, en su Fantasía para piano a cuatro manos en fa menor D 940 nos muestra la dimensión del amor eterno que nunca tuvo. Esta obra póstuma está compuesta con una bella música que refleja la madurez de un creador con una espontaneidad y un talento natural soberbios.

El músico vienés escribió un total de ocho fantasías (cuatro para dúo de piano, tres para piano solo y una para violín y piano), forma musical que le permitió expresar lo que imaginaba con total libertad, empleando modulaciones e improvisaciones impensables para los convencionalismos de la época.

La Fantasía en fa menor consta de cuatro movimientos sin pausa entre ellos, escritos en los tonos yuxtapuestos de fa menor (primer y cuarto) y de fa sostenido menor (movimientos centrales). Pero lo que confiere poder dramático a la obra es la brusca contraposición de dos temas muy distintos, sin que exista transiciones entre ellos, lo que era típico del Clasicismo.

Para analizar esta célebre obra cuento con la ayuda de Pedro Olivares Galvañ, pianista y Profesor de Historia, ya que la conoce a la perfección tras interpretarla durante mucho tiempo junto a su inseparable amigo José María Caballero. Para facilitar la comprensión de lo que nos cuenta Pedro, les adjunto una grabación de la Fantasía D 940 interpretada por María Joäo Pires y Julien Libeer.

Para Olivares, el tema lírico (00:35) con el empieza el Allegro moderato inicial, “es el tema del amor, que contrasta con un segundo tema (02:35) que representa las dificultades para culminar este sentimiento. Las primeras veces que aparece tiene una duración (38 segundos en la grabación), ya que los problemas se disipan pronto”. Este segundo tema con corcheas tiene un carácter trágico y un ritmo fúnebre con los que Schubert trata de expresar las diferencias de clase social con su amada y la proximidad de su muerte, que hacen imposible su amor.

El movimiento Largo es, en palabras de Pedro Olivares, un canto de los enamorados en forma de dúo muy romántico (05:22) y que rememora las óperas de Rossini. Viene seguido del Allegro vivace (07:58), “que representa un ambiente luminoso y feliz, con distintos tonos alegres y juguetones que dibujan los colores del bonito bosque en el que retoza la pareja”.

La Fantasía en fa menor finaliza volviendo al Allegro moderato del tempo I (13:30) donde se recapitula y desarrolla el primer movimiento. Pedro nos explica como se rompe la alegría y se pierde la dulzura de antes (14:57): “Las notas de la fuga a cuatro voces que emplea Schubert son cada vez más disonantes y al final conforman una serie de escalas cromáticas. El segundo tema es más extenso y agresivo, para expresar que los obstáculos en su relación amorosa son más dramáticos e intensos.”

La obra finaliza con una nueva exposición de primer tema (17:52): “el amor muere y por ello la música termina en una marcha fúnebre”.

En la interpretación de música para dúo de piano las cuatro manos se entrecruzan constantemente, por lo que le pregunto a Pedro Olivares sobre las dificultades que tiene la Fantasía D 940 en este sentido: “Normalmente la mano izquierda del primer pianista entra en conflicto con la mano derecha del segundo y uno de nosotros tiene que tocar por la parte de fuera del teclado mientras que el otro lo hace por dentro. En esta obra, Schubert escribe música difícil de interpretar y con evidentes exigencias técnicas para la disposición de las manos, que terminan cansadas. Como ya hacía Beethoven, lo que intenta con esto es reflejar la magnitud de su sufrimiento ante un amor imposible, más que buscar el virtuosismo”.

¿Alguna vez han escuchado la Fantasía en fa menor durante un relajado desayuno de verano?

Sin duda, Schubert les agradecerá que intenten comprender su dolor en la telaraña.

 

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por Carlos Escobar

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