Una fiesta para los oídos (III)
El verano de 1905 fue uno de los más felices para los Mahler. Desde la llegada a Maiernigg en junio, justo el día del primer cumpleaños de Anna Justine, la familia disfrutó de los encantos de la villa construida a orillas del lago. Gustav era poco amigo de recibir visitas con el fin de preservar […]