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Carlos Escobar

Música inesperada

La tentación de un susurro

Los días de recogimiento son más fáciles de llevar cuando la música que nos acompaña, al tiempo nos comprende. El músico que mejor supo reescribir con música la profundidad de los poemas del Romanticismo fue Franz Schubert, que en el último año de vida completó el célebre cuaderno de lieder Viaje de Invierno sobre textos de Wilhelm Müller.

Hoy vamos a comentar el lied número cinco de este ciclo y que lleva por título El tilo (Der Lindenbaum). El texto, como pueden comprobarlo, contiene los elementos románticos esenciales: la naturaleza, el recuerdo nostálgico, la noche, el amor y la muerte.

En el libro titulado Viaje de invierno de Schubert escrito por el tenor Ian Bostridge y publicado por Acantilado hay un excelente capítulo dedicado a esta pieza musical creada en torno a un árbol con distintas connotaciones en la cultura alemana, siendo una de ellas la protección frente a la epidemia de peste que asoló a Europa. Pero el tilo es sobre todo un elemento ligado al amor romántico para Schubert, el compositor que expresó como nadie y con sencillez las emociones más sublimes.

Basta con escuchar esta pieza cantada por Dietrich Fisher-Dieskau acompañado al piano por Alfred Brendel para comprender todo su significado. Cada nota, cada palabra, cada melodía y cada idea sólo pueden apreciarse a través de la atenta escucha con el oído y el cerebro.

Bostridge de forma muy acertada ilustra la obsesión por la muerte del artista romántico con los sonidos que Schubert envuelve los susurros del tilo. Efectivamente, Der Lindebaum es el lied más famoso del ciclo Winterreise y esto sin duda influyó para que Thomas Mann le diera especial protagonismo en La montaña mágica, considerada como la novela del mundo. El vivir amenazado por una enfermedad altamente contagiosa, ya se trate de una epidemia de cólera como en Muerte en Venecia o de la tuberculosis como en La montaña mágica es un tema que preocupaba a Mann tanto como la posibilidad de una guerra, lo que etiquetaba como una bacanal de muerte.

El personaje de La montaña mágica, Hans Castorp, siente una especial devoción por Der Lindenbaum. Es una de las piezas que él recuerda haber escuchado desde niño y que, en los siete años que permanece en el sanatorio antituberculoso de Davos, retorna a su mente al tiempo que experimente una metamorfosis interior con respecto a las ideas importantes del mundo. Una de ellas es el significado de la enfermedad como un paso clave para el conocimiento y como atributo de nobleza. Hans afirma en un momento dado que: “En aras de la bondad y el amor, el hombre no debe conceder el dominio de la muerte sobre sus pensamientos”, lo que en parte nos recuerda el poema de Müller cuando dice: “Yo no me di la vuelta”.

En la escena final de La montaña mágica, Mann envía a su personaje al campo de batalla mientras canta mentalmente los versos de Der Lindenbaum sin saber cuál es el destino que le depara la guerra. Aunque tenga la nariz llena de barro estando en una trinchera, esta canción le invita a resistir y pensar que algún día podrá susurrar palabras de amor en el oído de la amada.

“Si nuestra civilización occidental se fuera al diablo, solo lo lamentaría por la música”, dijo Tolstoi a principios de siglo XX. En estos días, tenemos muchas cosas esenciales que conservar y por las que luchar. Ofrezcamos nuestra mejor versión de nosotros mismos para que todo vuelva pronto a la normalidad y hagamos como el caminante del lied, el no ceder ante la amenaza y no dar la vuelta para seguir adelante con paso firme.

 

 

 

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por Carlos Escobar

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