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Carlos Escobar

Música inesperada

Aires poéticos

Hubo un momento de la historia europea en el que la música estaba destinada exclusivamente al ámbito de la nobleza y del clero, quedando para el pueblo la denominada música incidental de pequeño formato para celebrar o conmemorar acontecimientos. Pero la necesidad de disfrutar la música en espacios más reducidos e íntimos hace que surja una nueva forma de entenderla y disfrutarla: la música de cámara. Las primeras composiciones formadas por varios movimientos y escritas para solistas y acompañamiento ven la luz en el siglo XVII con el nombre de sonatas. La Sonata en trío del Barroco estaba escrita para dos voces agudas y un bajo continuo y de ella derivó la forma clásica del Trío con piano (piano, violín y violonchelo).

En Música Inesperada iniciamos una serie de entrevistas con expertos en formaciones camerísticas y precisamente hoy hablaremos de los Tríos con piano con Lorenzo Meseguer Luján, entre otras cosas, catedrático de violonchelo de Salamanca y miembro de la City of Birmingham Symphony Orchestra, al que le he pedido que seleccione para nosotros los cuatro movimientos de este repertorio camerístico que, según él, constituirían el trío ideal.

Como Lorenzo es un solista y un profesor con mucho criterio y una sólida formación cimentada entre Murcia, Madrid, Salzburgo y Londres, le pregunto sobre los requisitos que aplicaría para realizar tan complicada selección de movimientos: “Tendrían que estar englobados dentro de una misma raíz y tradición más allá de un período estilístico, con un lenguaje singular y con aires poéticos. Trataré de que reflejen fielmente lo que fue el desarrollo del lenguaje musical en la mitad del siglo XIX”. Para este chelista, la música de cámara se descubre como un nuevo entorno donde el compositor experimenta con el lenguaje y la forma y ensaya nuevos aspectos en las distancias cortas con el público. Por ello, continua contándonos, “elegiré cuatro compositores que reflejen poderosamente el alma del movimiento que representan. Si hay un compositor que está ligado a la palabra música de cámara es Schubert ya que en él todo es poesía a pesar de su trágica existencia, convirtiéndose en un personaje clave donde se reflejarán mas tarde generaciones de autores y músicos.”

Schubert vivió en un ambiente familiar y de amistades donde la música de cámara era un distracción normal, lo que marcó su futura actividad como compositor para pequeño formato. En concreto, al final de su vida escribe dos Tríos con piano que son obras maestras. Del Trío nº 1, en si bemol mayor, op. 99, D898, Meseguer Luján nos recomienda el Allegro moderato:  “Los tres instrumentos entablan una conversación entre iguales, como en una verdadera democracia. En el caso de violín y cello, la simbiosis es más que lógica, pero es crucial la compleja relación que se crea en momentos donde los tres instrumentos tienen un rol muy diferenciado (melodía, contra-melodía y acompañamiento) frente a otros donde toman simultáneamente el protagonismo sin complejos y con una sorprendente versatilidad. Esta capacidad comunicativa de cada instrumento que ya veíamos en los tríos de Beethoven, tardó mucho tiempo de convencer a la escuela vienesa”. La esencia de la composición de Schubert fue entendida a la perfección por Schumann y Lorenzo nos recuerda su comentario al respecto: “Una mirada al Trío op. 99 y los problemas de nuestra existencia desaparecen, convirtiéndose en algo fresco y brillante de nuevo”.

El segundo movimiento seleccionado que no les dejará indiferentes, es el Largo assai ed espressivo del Trío nº 5 en re mayor, op. 70, nº 1 de Beethoven, conocido como Trío de los fantasmas (Geister-Trio): “Se piensa que Carl Czerny, uno de sus alumnos, lo denominó así por que el maestro estaba inmerso en un proyecto de ópera entorno a Macbeth, aunque también podría ser posible que otra obra de Shakespeare como Hamlet influyera a nuestro querido autor y en concreto la escena donde aparece el fantasma del padre del protagonista”, explica Meseguer. Para el catedrático de violonchelo, este movimiento es totalmente programático y nos transporta a una atmósfera lejana y solitaria, mediante el  desarrollo de una célula musical compuestas por las notas re, la y fa: “En el transcurso de las primeras líneas se va convirtiendo en un movimiento dramático y visceral. En cambio, la segunda sección nos conduce hacia un lugar más irreal dentro de un modo mayor con ≪expresión menor o desangelada≫, un recurso al alcance de muy pocos compositores, como …. (adivínenlo)… Schubert”. 

A final del invierno de 1845, Mendelssohn vuelve a Francfort y allí compone el Trío nº 2 para piano, violín y violonchelo, en do menor, op. 66, dedicado a Louis Spohr. Lorenzo Meseguer nos propone la escucha de su Scherzo: Molto allegro quasi presto, muy en la línea del célebre octeto de juventud (Op.20): “Es muy parecido, de hecho podemos encontrar estos movimientos en gran parte de su obra, ya se trate de cuartetos, sinfonías o de este trío. La lectura de Fausto de Goethe fue sin duda un punto de inflexión para crear ese mundo fantástico en la cabeza de Meldelssohn. Es genial la forma y delicadeza que imprime el autor para escribir estos ágiles y virtuosos movimientos”.

El otoño del año 1851 en Düsseldorf fue un momento importante para la creatividad camerística de Robert Schumann que dio como frutos el Trío nº 3 op. 110 y  las Sonatas op. 105 y 121. El cuarto movimiento del primero de ellos se titula Kräftig, mit Humor, la recomendación final de Lorenzo para esta selección tan singular: “Con fuerza y humor es una magistral muestra de contrastes y de personalidad, como todo lo que esctribe Schumann. Como chelista, el movimiento me lleva a Fünf Stücke im Volkston (Cinco piezas en estilo popular para violonchelo y piano, op 102, otra de sus piezas mágicas donde transforma como nadie la poesía en música. Además, es un ejemplo de la gran versatilidad del compositor en la música popular, al caminar entre la gran tradición romántica y la música folclórica.”

Espero que disfruten con este particular Trío formado por cuatro obras de arte en sí mismas y que son una muestra perfecta de como evoluciona el lenguaje de la música desde Beethoven a Schumann, con unos interesantes comentarios de Lorenzo Meseguer Luján, al que pueden escuchar interpretando con fuerza y humor a Schumann en la sala Solitär del Mozarteum Universität de Salzburgo donde se formó hace unos años y tuve el privilegio de visitarlo. Algún día les hablaré de esta experiencia.

 

 

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por Carlos Escobar

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