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Carlos Escobar

Música inesperada

La dimensión interna

Beethoven, en lo que a música se refiere, dejó todo escrito. Esta afirmación admite poca discusión para los que celebramos el día de San Luis (Ludwig), onomástica del célebre compositor y por ello Día Europeo de la Música. Precisamente hoy hablaremos sobre los cinco últimos cuartetos que compuso y que son considerados como uno de los hitos más importantes de la historia de la música de cámara. Una de las personas que mejor conoce el corpus de cuartetos de Beethoven es Manuel de Juan Ayala, catedrático de Música de Cámara del Conservatorio Superior de Murcia, miembro del grupo de música contemporánea Concertus Novo y violinista del Cuarteto Almus, formación que preparó minuciosamente e interpretó la integral de los cuartetos de genio de Bonn.

Los cuartetos de Beethoven se dividen en tres periodos en los que el músico se reinventa a sí mismo para revolucionar este género musical. En el último de ellos, vieron la luz cinco cuartetos que son los opus 127, 130, 131, 132 y 135, un salto artístico de gran magnitud con respecto a su segunda etapa y que matiza nuestro invitado de hoy: “Más que un salto, considero que es una evolución. Tomando como referencia las tres épocas sugeridas por Guillermo de Lenz, en los cuartetos hay efectivamente tres dimensiones. El último periodo de su producción de cuartetos comienza en 1822 y es lo último que hace. Habían transcurrido quince años desde la composición del Cuarteto opus 95, el último de la segunda época, en la que todavía los escribía formados por cuatro movimientos”.

Al final de la vida de Beethoven algo está cambiando en su interior. La esencia existencial  no se fundamenta solamente en la lucha y la resistencia que tanto defendió antes y comienza un periodo de aceptación de las circunstancias. Para De Juan, esta fase es la más trascendental, donde compone cinco catedrales de la Historia de la Música: “Los cinco cuartetos y la Gran Fuga opus133, que en un principio cerraba el Cuarteto opus130 como así se estrenó, pero que sustituyó por otro final y así se editaron ambas obras. En estas composiciones, el atrevimiento, la ternura, la alegría, el dolor, la forma y la armonía son llevados al máximo, fruto de una capacidad creadora absolutamente genial que transcendió su tiempo, hasta el punto de no llegar a ser comprendidas. A la hora de interpretarlas, es necesario ampliar la dimensión sinfónica interna del cuarteto desde el papel de cada uno de los intérpretes”.

Se ha hablado mucho del enigma que encierran los últimos cuartetos de Beethoven. Manuel reflexiona sobre lo que supone para el compositor alemán escribir cuartetos de cuerda, ya que no aborda este género musical hasta tener casi treinta años: “Hay que tener en cuenta que recoge el testigo del creador del cuarteto que es Franz Joseph Haydn y que las obras que más le cuesta componer a Mozart son los cuartetos dedicados a Haydn. Beethoven se enfrenta a sí mismo escribiendo cuartetos tras estudiar con detalle a los maestros que le antecedieron, incluido Bach. En la tercera época, recluido en su sordera, es consciente de la trascendencia histórica que va a tener su corpus de cuartetos una vez compuesta la Novena Sinfonía… ¿qué no habría en su cerebro y en su alma?”.

Aunque para el violinista del Cuarteto Almus la segunda época es técnicamente la más difícil, la tercera tiene una gran complejidad a la hora de encajar la interpretación para que suene como un solo instrumento. El Cuarteto opus 131 es para Beethoven su obra maestra: “Hace añicos el molde del cuarteto para escribir siete movimientos ininterrumpidos en los que son fundamentales el buen estado de los instrumentos y la temperatura de la sala para que se mantengan lo más estables posible. Además, los efectos incluidos como sul ponticelli o pizzicati, amenazan con desequilibrar las cuerdas y hay que intentar ajustar la afinación colectiva sobre la marcha. Sinceramente, es tal la complejidad que en todo momento se intenta ir hacia delante y en casos extremos hay que tener preparados lugares donde cada uno de los cuatro pueda recuperar la afinación sin que se note en el resultado global. Son trucos que te enseñan los maestros más experimentados”.

Manuel de Juan no rehuye a la complicada y comprometida petición de seleccionar para Música Inesperada qué movimiento le gusta más de cada cuarteto: “Arriesgándome a arrepentirme, destacaría el órgano que suena al comienzo del opus 127, como anunciando la última época de composición de cuartetos. Del opus 130 es inevitable no destacar la sublime Cavatina, considerada como el movimiento de la Humanidad. El Cuarteto opus 131 es un todo en el que destacaría la fuerza que rebosa el último Allegro. El Canto de acción de gracias a la Divinidad del autobiográfico Cuarteto opus 132 es, en mi opinión, sobrecogedor. La Gran Fuga opus 133 está escrita en un único movimiento y el Lento assai del Cuarteto opus 135, nos lleva a la reflexión tras tocarlo o escucharlo”.

El Beethoven del último periodo escribe para sí mismo pero con la intención de ser escuchado. Le pido a este catedrático de Música de Cámara que nos describa como definiría al oyente idóneo capaz de entender estas obras: “Pienso que toda persona que quiera disfrutar acercándose y abriéndose a la profundidad, sinceridad y espiritualidad del ser humano, debe escuchar estas monumentales joyas de la Música”. De Juan recomienda el conocer la biografía del compositor y el texto conocido como Testamento de Heiligenstad. 

Como hemos comentado, el Cuarteto Almus, del que Manuel es socio fundador en 1989, dedicó años a la preparación de la integral de los Cuartetos de Beethoven. El violinista confiesa que: “Nos consideramos unos privilegiados por haber estudiado e interpretando esta música. Nuestros maestros insistían en que hay un antes y un después a nivel interno que influye en la honestidad y la grandeza de los interpretes, tanto como músicos como personas. Sinceramente, Beethoven te hace pequeño.”

Los años de preparación de la integral de los Cuartetos de Beethoven fueron muy bonitos y enriquecedores para los integrantes de Almus. Al principio, fue un quebradero de cabeza el ubicar los diecisiete cuartetos en seis conciertos tomando como referencia la tercera época para completar la velada con un cuarteto de cada uno de los otros períodos:  “Para abordar este reto contamos con los consejos de otros maestros, sobre todo del querido y admirado Břetislav Novotný, desaparecido el año pasado. Jamás he presenciado mayor energía, entusiasmo y ni retroalimentación musical como la que él nos transmitía para interpretar en todo momento con el máximo respeto y entrega”.

Siéntanse pequeños de la mano de Beethoven y celebren con música el día de su santo.

 

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por Carlos Escobar

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