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Carlos Escobar

Música inesperada

La fantasía de Ennio

Ennio ya se ha escapado. Su contundente y emotiva carta de adiós hace pensar que nunca escucharemos una nueva composición del maestro italiano que tanto nos deleitó con su arte. Sus melodías ha impregnado felizmente nuestras memorias de manera que tarareamos su música como si se la hubiésemos aprendido de niños.

Compositor, orquestador, director y trompetista en sus inicios, creó música muy variada desde los seis años, aunque a partir de los dieciocho lo hizo profesionalmente escribiendo más de 500 partituras para películas y unas 100 composiciones clásicas. Esta ingente producción artística gozó del indiscutible reconocimiento mundial con los premios y distinciones más importantes que se pueden otorgar a un músico, entre las que figuran el Oscar honorífico a su carrera, Medalla de oro Pontificia, Caballero de la Legión de Honor de Francia,  Comendador, Gran Oficial y Caballero de Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Ennio Morricone basó su producción musical sobre dos gigantes como Johan Sebastian Bach e Igor Stravinsky y le dio especial importancia al espacio entre notas musicales y sobre todo a los silencios, definidos por él como los lugares donde hallar la esencia de su música.

En Música Inesperada queremos recordar al al compositor romano por una de sus piezas más conocidas, el tema escrito para la película La misión titulado El oboe de Gabriel, probablemente la pieza más bonita escrita para este instrumento de viento en el siglo XX.

En la película, el sonido del oboe es clave para que la tribu guaraní sientan curiosidad por el Padre Gabriel, el misionero que inunda la selva de la bella melodía y que consigue, desde el primer momento, iniciar una íntima relación con los nativos del lugar. La música emana del propio personaje a través de un instrumento que representa a la influencia europea de una perspectiva distinta a la de las autoridades políticas y eclesiásticas que colonizaron esta zona de Sudamérica en el siglo XVII . Todo esto lo captan los indígenas desde el primer momento que oyen el oboe y, aunque el jefe de la tribu lo rompe por representar éste a la amenaza proveniente del exterior, la tribu acaba aceptando al jesuita cuando el hijo de su máximo representante recoge el instrumento y trata de repararlo. 

La melodía de la pieza es de una sencillez extrema. Se interpreta de una manera lenta y expresiva, en un compás de cuatro por cuatro, en una tonalidad mayor y se repite sin apenas cambios, salvo algún embellecimiento musical en la ejecución para finalizar con una bella coda.

La cantante Sarah Brightman, le pidió a Morricone que le permitiese transcribir el tema de El oboe de Gabriel para voz, a lo que él se negó repetidamente. Su obstinación fue de tal magnitud que le siguió escribiendo semanalmente con el ruego de que accediera a su petición. Como más tarde reconoció Sarah, el maestro ya agotado, le dio el consentimiento y escribió el tema Nella Fantasía (En mi imaginación) que rápidamente se popularizó y fue grabado por muchos artistas. La letra nos habla de libertad y de humanidad, dos valores siempre necesarios para la convivencia.

En la madrugada del pasado lunes, Ennio Morricone dejó este mundo en presencia de María Travia, la mujer con la que convivió felizmente setenta años. La bella melodía que escribió para oboe siempre lo acompañará en su camino. Creo que mientras la recordemos, el mundo será más justo. DEP. 

 

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por Carlos Escobar

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