Cuando los grandes maestros de la composición escribieron y estrenaron sus obras, nunca imaginaron la repercusión y la difusión que tendrían hoy en día. Con el paso de los años, sus obras ya son un legado de la Humanidad que tras la atenta escucha, deja atónito al oyente inmerso en el misterio de la existencia y trascendencia espiritual propia de los seres vivos racionales. Quizás por todo esto, es inevitable que el amante de la música clásica anhele compartir con las personas que aprecia esas sensaciones tan potentes que genera la escucha de las grandes composiciones. Seguramente, el placer de explorar en nuestra natural esencia es altamente transmisible y, ante esta amenaza, la mayor parte de la población adopta con rigor las medidas protectoras más eficaces contra el contagio por música clásica y que básicamente son dos: el culto a la inmediatez y a la indiferencia.
Llega septiembre y se inicia un nuevo curso sinfónico en el Auditorio de Murcia. Desde estas páginas, intentamos despertar la curiosidad por descifrar con pausa el mensaje que nos legaron los compositores, y animar a los lectores a acudir a escucharlo en directo. Esta temporada, otra pandemia, ésta de carácter infeccioso, desafía al templo de la cultura. A pesar de ello, el Auditorio de Murcia y la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM) han preparado una variada e interesante programación plagada de obras maestras.
La mejor noticia con la que empieza esta temporada es la renovación de Virginia Martínez como directora titular de la OSRM, asegurando la línea artística ascendente de esta formación con la que vive una perfecta simbiosis artística. En el concurso oposición ha primado el soberbio curriculum vitae, la trayectoria profesional y el proyecto artístico de Virginia, cuyos méritos han sido inalcanzables para el excelente elenco de aspirantes al puesto. Pero si los aficionados a la música clásica estamos de enhorabuena, es precisamente por los inmensurables valores humanos que esta gran directora traslada a la escena.
El periodo Barroco estará representado por Bach y Haendel. Del compositor de Eisenach escucharemos dos obras fantásticas: El concierto para dos violines en re menor interpretado por Los virtuosos de Moscú y los seis Conciertos de Brandeburgo que pondrá en escena la Orquesta Barroca de Helsinki. La alegría de la música de Haendel viene de la mano de la OSRM que nos ofrecerá Música para los reales fuegos de artificio, escrita para la celebración del tratado de Aquisgran, que supuso el fin de la Guerra de Sucesión Austríaca.
Los compositores del Clasicismo vuelven a tener un especial protagonismo en la programación de nuestra orquesta. De Mozart escucharemos la Sinfonía nº 35 y el Concierto para piano nº 20, dos obras que reflejan el talento natural del músico austríaco. Pero el maestro con más peso artístico esta temporada será Beethoven, del que se han programado tres obras maestras como son las Sinfonías nº 4 y nº6 “Pastoral” y el célebre Concierto para piano nº 4. El equilibrio interno es la cualidad que mejor define a la Cuarta Sinfonía, en la que Beethoven nos muestra, entre otras cosas, su maestría en la escritura para timbal. La “Pastoral” es una sinfonía sensacional con momentos de auténtica poesía junto al arroyo un ejemplo de la insólita uniformidad de la Naturaleza. Junto a estas dos magnas composiciones del periodo clásico, escucharemos el Concierto para piano nº 4 del genio de Bonn, considerada la obra más importante de las compuestas para teclado y en la que Joaquín Achúcarro ofrecerá su versión más personal.
Uno de los músicos considerados como pioneros del Clasicismo y con gran influencia en lo que sería la Primera Escuela de Viena es Karl Philipp Emanuel Bach, cuyo concierto para violonchelo será interpretado por la OSRM siendo el solista invitado Lorenzo Meseguer, el músico murciano con más reconocimiento artístico y académico y uno de los mejores violonchelistas de nuestro continente.
El periodo Romántico nos lleva a la música de Mendelssohn, Brahms y Chaikovski. Del compositor ruso escucharemos la Cuarta sinfonía, considerada por él mismo como su mejor obra y en la que nos habla del carácter inexorable del destino. Además, los Virtuosos de Moscú interpretarán la famosa Serenata para cuerdas, catalogada como una de las mejores partituras de Chaikovski.
De Mendelssohn escucharemos la Sinfonía número 3 “Escocesa” y el bellísimo y reconocido concierto para violín nº 2. El sobresaliente violinista, Antonio García Egea, acompañado de la OSRM, interpretará el doble concierto para violín, violonchelo y orquesta de Brahms, otra obra maestra del Romanticismo que fue considerada en su tiempo por los grandes solistas como casi imposible de tocar por su dificultad técnica.
Las obras del Nacionalismo que se han programado para la temporada son la Novena sinfonía de Dvorak y la Quinta sinfonía de Sibelius, dos obras muy representativas de este periodo por su gran calidad artística. Precisamente, es la Sinfonía del Nuevo Mundo con la que se inaugura el presente curso. La famosa partitura de Dvorak se inspira en cantos espirituales e indios y fue compuesta durante su estancia en Nueva York como director del Conservatorio Nacional de Música.
Por último, la música moderna de la Primera Sinfonía de Stravinsky y del Concierto para Clave de Poulenc serán programados juntos en una velada donde uno de los atractivos será la presencia en escena de Silvia Marquez, una de las músicos que con más detalle analiza, interpreta y se compromete con las partituras que pone en el atril de su clave.
Hay otros compositores, solistas, directores y obras interesantes que completan la programación y que ya comentaremos en su momento, al igual que las que conforman el programa de la Mahler Chamber Orchestra y que está todavía por confirmar.
Creo sinceramente que la programación de este años del Auditorio de Murcia es muy atractiva para que los aficionados a la música clásica disfrutemos de grandes obras en directo. A pesar de las restricciones de aforo y de las incomodidades derivadas de los protocolos de actuación, debemos seguir apoyando a la OSRM y mantener encendida la llama de la cultura animando a las personas de nuestro entorno, especialmente a los más jóvenes, a disfrutar de la música clásica en vivo, eso sí, con las máximas medidas de curiosidad y serenidad.