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Carlos Escobar

Música inesperada

La garganta del lobo

El tema que hoy tratamos no guarda ninguna relación con mi cometido como médico otorrinolaringólogo, pero es tan apasionante como es mi especialidad. Imaginemos a Richard Wagner con nueve años en una butaca de un teatro de ópera donde se representa El cazador furtivo (Der Freischütz) de Carl María von Weber (1786-1826) .

La obra de Weber causó un gran impacto en la sociedad alemana de la época porque transitaba entre melodías, personajes, ambientes e historias típicas de la tradición centroeuropea dentro de una temática sobrenatural en la que afloran las emociones y el orgullo como nación. Los personajes de esta ópera no pertenecen a la clase alta, sino que son habitantes de una localidad de Bohemia rodeada de un bosque, con una plazoleta con un tilo  y donde se va a celebrar un concurso de tiro.

El niño permanece con los ojos abiertos durante la obertura de Der Freischütz transportado al siglo XVII dentro de la mística atmósfera de la sala sonde sobrevuelan  las notas de Weber. En sus pupilas se refleja la desesperación de Max, un ayudante del guardabosques que está enamorado de Ágata, la hija de su jefe. Para obtener su mano debe vencer en un concurso de tiro donde tiene otro rival de gran habilidad y está tan enamorado que es capaz de cualquier cosa para superar el reto. Aquí entra en juego Caspar, compañero de faena y antiguo enamorado de Ágata que desea que todo le salga mal a Max y por ello le propone un pacto con el diablo para forjar unas balas mágicas con el propósito de asegurar su triunfo en el concurso de tiro.

Caspar tiene una deuda con el diablo Samiel que pretende prorrogarle entregándole a Max. Los dos guardabosques quedan en un paraje tenebroso denominado La garganta del lobo para forjar las siete balas mágicas. Weber crea una escena que se considera una de las más terroríficas del periodo romántico, valiéndose de una combinación del texto hablado de los personajes con el melodrama de los fenómenos sobrenaturales que se suceden durante la fabricación de cada uno de los siniestros proyectiles (tormenta, aparición de un jabalí negro, galope de caballos y fuegos fatuos, entre otros). La aparición del diablo sobresalta al pequeño Richard por coincidir con un acorde de séptima disminuida, que será el signo de identidad de la ópera romántica hasta la irrupción del célebre acorde de Tristán que años más tarde lo haría famoso.

El cazador furtivo se estrenó el 18 de junio de 1821 dirigida por el propio compositor. La obra es un hito del género operístico ya que hereda aspectos sustanciales del Singspiel alemán representado por La flauta mágica y El rapto del Serrallo de Mozart y del Fidelio de Beethoven. La genial orquestación de Weber  trata de un modo especial a los instrumentos de viento-madera y trompas lo que va a tener posterior influencia en Berlioz, Mahler y Debussy, siendo aún más significativa su repercusión en óperas wagnerianas como El holandés errante, Lohengrin o Tannhauser.

Aparte de la innovación que supone el empleo del Leitmotiv o motivo conductor en El cazador furtivo, la pureza de Ágata reaparece en las wagnerianas Elizabeth, Eva y Elsa, la maldad de Caspar seguirá vigente en Alberich y Hagen, y la ingenuidad de Max es heredada por Siegfried, entre otros paralelismos.

Félix Mendelssohn consideró Der Freischütz como la ópera alemana más importante desde Mozart, impresionado por la vitalidad que Weber imprimió a sus personajes hasta hacerlos inolvidables. Espero que disfruten de esta famosa escena y sientan curiosidad por el maravilloso mundo donde nos sumerge la pluma de este genial maestro.

 

 

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por Carlos Escobar

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