Beethoven escribió una única formidable ópera a la que dedicó diez años de su carrera. Para entender el esfuerzo artístico del compositor solo hay que considerar que esta partitura cambió en su evolución de nombre, fue revisada profundamente en dos ocasiones y llegó a tener cuatro oberturas. Efectivamente, hablamos de Fidelio o, si lo prefieren, de Leonora, el título original y que siempre fue el preferido por el maestro alemán.
La historia de las cuatro oberturas de Fidelio es muy interesante porque refleja la intención del compositor de dotar de estructura sinfónica su música más próxima al teatro. A diferencia de la ópera italiana donde la voz es la protagonista y la orquesta adorna con una función de acompañamiento, en las oberturas y en la ópera de Beethoven, los instrumentos son los que tienen el papel principal y cada fragmento de Fidelio está concebido como un movimiento de una pieza orquestal.
La numeración de las oberturas de Fidelio no siguen el orden cronológico, ya que la primera de ellas es Leonora nº 2 en la tonalidad de Do con fragmentos de arias de Florestán, escrita en 1805 para la producción vienesa que tendría lugar el 20 de noviembre. Para Beethoven era muy importante que su música expresara sus ideas y, en este sentido, esta primera Leonora no llegó a satisfacerle. Esto combinado con la dificultad técnica que tenía la obra para los instrumentos de viento, hizo que el músico buscara otra introducción a Fidelio.
Un año más tarde, la ópera fue revisada y reducida cambiando la obertura por la Leonora nº 3 en la misma tonalidad. Hay que decir que tanto la obertura nº 2 como la nº 3 contienen tanta riqueza musical que cada una de ellas constituye un auténtico drama por sí misma. Quizás es cierto lo que opinan algunos expertos sobre la excesiva densidad orquestal de estas piezas y su no idoneidad para introducir una ópera. Pero lo que es indiscutible es que Leonora nº 3 contiene una belleza y una simetría interna que la dotan de un soberbio carácter dramático.
Después de la muerte de Beethoven, se encontró la partitura de otra obertura para una producción de Praga en 1807 que nunca tuvo lugar. Ignorando por error la existencia de las otras dos oberturas, esta se denominó Leonora nº 1 en tonalidad de Do mayor, que no fue del gusto del compositor por tener poca presencia para su ópera.
Finalmente, la ópera volvió a revisarse con una nueva obertura denominada Fidelio, esta vez escrita en la tonalidad de Mi mayor, siendo presentada en el Kärtnerthor Theater de Viena el 23 de mayo de 1814. Esta pieza de introducción es más corta y ligera que las otras Leonoras y enlaza muy bien con el primer acto que la sigue.
Esta obertura tendremos ocasión de escucharla en el Auditorio Víctor Villegas el próximo día 8 de diciembre con motivo de un interesante velada de conciertos de piano con la OSRM y solistas premiados en el Concierto Internacional Clamo Music.
De forma breve, la obertura Fidelio es introducida por la sucesión de un Allegro al unísono de cuatro compases seguido de un breve Adagio en piano dolce a cargo de las trompas y el clarinete. Esta secuencia Allegro-Adagio se repite y tras un desarrollo del tema, comienza el Allegro principal de Fidelio, donde la segunda trompa se hace cargo del tema principal en piano dolce hasta llevarlo a un forte, siendo contestado por el clarinete y luego por toda la orquesta. Un breve segundo tema surge en las cuerdas y reaparece el primer tema en las trompas con intervenciones de los violines. La obertura finaliza con un Adagio seguido de un Presto a modo de coda que es una descarga de emotividad en torno al primer tema.
Se puede concluir que estamos ante una de las páginas más logradas de Beethoven en la que durante 6 minutos, una orquesta de dos flautas, dos oboes, dos fagotes, cuatro trompas, dos trompetas y dos trombones, junto al timbal y las cuerdas, nos llevan a comprender los ideales de su creador: la libertad, la justicia y la fidelidad. Puede parecer exagerado el considerar esta obra como un testamento del compositor, pero pensemos en un músico amenazado por una pérdida auditiva que es consciente de su fragilidad humana y capacidad para resistir ante esa circunstancia.
En definitiva, Beethoven en estado puro.