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Carlos Escobar

Música inesperada

Bacalao salado y gaviotas.

 

Las experiencias impactantes vividas en la juventud perduran durante toda la vida. Las impresiones de un artista son una fuente inagotable de inspiración y creatividad y los músicos no son una excepción.

Un joven músico alemán disfruta sus vacaciones en Escocia. Se llama Félix Mendelssohn y una tarde de agosto llega en un vapor al puerto pesquero de Tobermory, en la isla de Mull. Lo acompaña su amigo Karl Klingemann.

El compositor hamburgués (1809-1847) a sus 20 años se marea con facilidad pero realiza una excursión en barco a la isla  de Staffa donde visita la famosa gruta basáltica de Fingal. El contraste con el mar gris llama la atención de Karl: “Jamás un fragor más verde de olas entró en esta extraña caverna”.

El mareo de Félix no pasa desapercibido a su amigo, que dice: “se llevaba mejor con el mar como compositor que como individuo o como estómago”. Pero Mendelssohn se rinde a tanta belleza y esboza los primeros 21 compases de la partitura con algunas indicaciones de la orquestación. Escribe en una carta a sus padres: “No puedo comunicaros nada mejor que la música adjunta”.

Tras el viaje a Escocia, el músico habla de esta obertura en varias ocasiones y tras interpretar una primera versión al piano en presencia de Berlioz, la modifica porque considera que “la parte central, marcada forte, es bastante ridícula y el desarrollo huele más a contrapunto que a aceite de tren, gaviotas y bacalao salado, cuando debería ser justo al revés”.

La versión definitiva de la obertura Las Hébridas (La gruta de Fingal) Op. 26 se estrena el 14 de mayo de 1832 en la Philarmonic Society de Londres con división de opiniones. El color impresionista de la obra hace que algunos no advierten su carácter descriptivo. Otra parte del público es más receptiva  y consigue escuchar sonidos del viento y olas, e incluso aprecian soledad y melancolía en la composición.

Esta obertura no es el preludio de una obra escénica como ocurre en “El sueño de una noche de verano”, sino que tiene una existencia independiente. Camilla Bellaigue, en su monografía sobre Mendelssohn, considera que más bien es una sinfonía comprimida. El oyente aprecia con facilidad un primer tema de pocas notas que forman un bello arpegio descendente que al repetirse, recuerda la suave caída de las hojas. El segundo tema es de tonalidad más grave y tiene una línea melódica ascendente. Además, el compositor nos regala bellos pasajes en las cuerdas, llamadas de las trompetas, una tempestad sonora en fortísimo y una conclusión serena y reposada en la línea del primer tema.

Resumiendo, una música muy evocadora donde Mendelssohn muestra un excelente manejo del timbre orquestal.

Desde estas líneas les invito a escuchar “Las Hébridas” en directo y les cito en la mismísima gruta del Fingal para disfrutar con las imágenes, sonidos y aromas que contiene la obra.

El programa se completa nada menos que con “El sueño de una noche de verano” del mismo compositor y las “Noches de estío” de Berlioz.

El broche de oro a una temporada inolvidable. 

Martes 18 de junio, 20 horas. Auditorio Víctor Villegas. Obras de Mendelssohn y Berlioz. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Dirección: Virginia Martínez.

 

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por Carlos Escobar

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