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Carlos Escobar

Música inesperada

El lienzo sinfónico

Hoy, día de la onomástica de Antonín Dvořák (1841-1904), vamos a comentar una de sus obras más interesantes con una invitada muy querida y reconocida tanto en el mundo de la música como fuera del mismo y que es Virginia Martínez Fernández. Formada como pianista en el Conservatorio de Murcia, como directora de orquesta en el Conservatorio de Viena y como persona en una fantástica familia de Molina de Segura, Virginia goza de una categoría profesional y humana tan sobresaliente y equilibrada que conversar con ella es compartir su enorme vitalidad.

Cuando le propuse que nos hablara de una pieza de música de cámara con piano, sin dudarlo un sólo segundo, eligió el Quinteto con piano en la mayor opus 81, B. 155 de Antonín Dvořák, una obra que escribe entre el 18 de septiembre y el 3 de octubre de 1887, durante su idílica estancia en su casita de campo de Vysoka, una localidad checa cercana a la frontera de Polonia. En estos días de verano, el compositor checo siente que puede componer a placer, lo que se traduce en la calidad de esta composición que dedica al profesor Bohdan Neureuther.

Dvořák es un músico atípico dentro del periodo romántico, porque además de enaltecer el patrimonio popular checo con sincero patriotismo, su música se aleja del canon agitado y lleno de ansiedad de sus contemporáneos y se caracteriza por la serenidad y la belleza de su elaborado lenguaje.

La determinación de Virginia para seleccionar el Quinteto con piano opus 81 de Dvořák está claramente fundamentada: “Hay pocas obras que comiencen con una frase tal dulce del violonchelo, cuya melodía es un canto a las melancolía con una preciosa instrumentación con el acompañamiento inicial del piano y luego de las cuerdas”.

Aunque la directora artística de la OSRM y del la OJRM conoce la obra desde mucho antes, nos habla de la auténtica revelación que sintió al participar indirectamente durante una interpretación del mismo: “En 2005, el pianista francés y director artístico del Festival de Música Española de Santo Domingo, Philippe Entremont, me invitó a esa edición del evento como directora de orquesta. Una noche, él al piano y el cuarteto solista de la Orquesta de Cámara de Viena interpretaron este quinteto de Dvořák y me pidió que le pasara las hojas de la partitura. Fue una velada inolvidable donde participé en cierto modo dentro de este quinteto”.

La obra tiene cuatro movimientos denominados Allegro ma non troppo, Andante con moto (dumka), Molto vivace (furiant) y Allegro (polka). Me permito aclarar que furiant es un baile rápido propio de Bohemia y dumka una balada de origen ucraniano que Dvořák utiliza para contribuir a la atmósfera de melancolía de la composición. En ello, la participación del piano es tan fundamental como su integración con los instrumentos de cuerda. Virginia opina que “es importante fusionar la técnica pianística con el tipo de ataque de la cuerda, para lo cual hay que intentar suavizar el ataque del piano lo máximo posible para que sea la envoltura sinfónica que da cuerpo y calor al cuarteto de cuerdas”.

Este quinteto contiene temas populares y campestres que son preciosos. Nuestra invitada considera que esto se basa tanto en la esencia original de estas melodías como en la mano de su creador: “Los temas populares checos son originales del lugar, pero la manera de instrumentarlos es mérito del compositor. A lo largo de la Historia de la Música, distintos compositores entre los que se encuentran Dvořák, Brahms o Mahler, han utilizado temas populares muy reconocibles para el folclore de cada país pero que están instrumentados de una manera totalmente diferente a lo que es el canto popular original. Los compositores dotan a estos cantos del sinfonismo para hacer homenajearlos. Así, Dvořák, en el dumka utiliza el piano para iniciar la melodía, mientras que la cuerda hace una contracanto muy interiorista a modo de plegaria o súplica, para plasmar la melancolía que él sentía por su tierra”.

Para que el lector se sienta, como le ocurrió esa noche a Virginia Martínez, lo más cerca posible dentro del Quinteto de Dvořák, he elegido una grabación del Festival de Música Clásica de Utrech del pasado año en el que podrán reconocer al compositor checo como un gran sinfonista y descubrir ese carácter bondadoso de su romanticismo.

 

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por Carlos Escobar

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