Hace unas semanas analizamos los cuartetos para cuerdas de Mozart, uno de los compositores que más aportó a este género musical. Hoy continuamos hablando del maestro de Salzburgo en relación con los cuartetos con flauta, donde también dejó patente su genialidad.
Aunque la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia ha retomado la actividad y trabaja con tesón en la serie de conciertos online que podemos escuchar y visualizar los miércoles y sábados a través de la plataforma ‘MusicÖn’, le he pedido a su profesor solista de flauta, Juan Antonio Nicolás Lucas, que haga un paréntesis para comentarnos lo más relevante de estos cuatro cuartetos para este instrumento que escribió Mozart.
Juan Antonio nos explica que los cuatro cuartetos con flauta son las primeras obras grandes para música de cámara que compuso Mozart: “Podemos considerarlos en conjunto ya que los tres primeros fueron encargados en Mannheim al compositor por un flautista aficionado llamado De Jean entre 1777 y 1778. El último cuarteto, escrito en la tonalidad de la mayor K. 298 fue compuesto en París durante el verano de 1778 y se considera como una continuación de la serie.”
El Cuarteto en la mayor, como comenta Nicolás, está considerado una obra paródica a modo de broma musical, en el que Mozart utiliza temas de otros compositores como Hoffmeister o Paisiello, del que incorpora ideas de su ópera Le Gare generose. Sólo hay que leer la indicación de compositor en el Rondó final: “Rondieaux: Allegretto grazioso, ma non troppo presto, pero non troppo adagio, cosi… cosi… con molto garbo ed expressione”, para captar el carácter lúdico y convencional con el que Mozart escribe deliberadamente esta obra, quizás a modo de crítica ante la aceptación que tenían en su época otras obras de discutible calidad.
Como durante la época del genio austríaco el cuarteto con instrumentos de viento era difícil de encasillarlo en la música de cámara formal al existir otra forma musical más popular como el divertimento, con estos cuartetos para flauta y cuerdas, este género adquiere una mayor dimensión artística y creativa. Como añade Juan Antonio: ”Mozart, fiel a su concepto musical, le confiere a la flauta un protagonismo que va más allá del que tenía asignado dentro del estilo galante, donde tan sólo tenía un papel discretamente concertante”.
En los Cuartetos para flauta y cuerdas de Mozart en re mayor (K. 285), en sol mayor (K. 285a), en do mayor (K. 285b) y el ya comentado en la mayor (K. 298), según nuestro invitado, el maestro se muestra “como un compositor íntimo y sereno, donde explora áreas expresivas desconocidas en su tiempo, sin romper con el estilo tan personal caracterizado por la riqueza tímbrica. En resumen, un conjunto de cuartetos de música cristalina con una brillante conexión instrumental entre las cuerdas y el lirismo de la flauta y donde el solista debe tener destreza y precisión en el diálogo, para no perder el equilibrio entre las partes”.
Para aclarar el concepto del estilo concertante, le pido a Juan Antonio Nicolás que nos hable de este modo de componer propio de los siglos XVII y XVIII: “En él, los instrumentos son tratados como solistas en oposición al conjunto. Al principio, el cuarteto de cuerdas se consolida gracias a Haydn y Boccherini como una formación camerística donde el primer violín asume el rol principal, mientras los demás los demás instrumentos se limitan a acompañarlo. Esto cambiará posteriormente y el cuarteto sufre una evolución concertante en el que las cuatro partes están igualmente tratadas y por tanto son igual de importantes”.
Durante el siglo XVIII, coexistieron siete modelos distintos de flauta, como explica el solista de la OSRM: “No hubo un modelo de flauta estandarizado hasta la segunda mitad de siglo, donde se avanza en el proceso de transformación técnica y pleno desarrollo de sus innovaciones. Así, la flauta fue aportando aspectos musicales de manera acorde a su evolución como instrumento como fueron la mejora en afinación, sonoridad, textura y timbre, a lo que hay que unir la mayor destreza y lirismo de los intérpretes”.
De los cuatro cuartetos de Mozart, el que alcanza cotas artísticas más elevadas es el primero escrito en re mayor. Juan Antonio, se decanta por el segundo movimiento, Adagio, que a pesar de ser extremadamente breve -35 compases- es un de los solos más bonitos escritos para flauta: “Muestra detalles propios de una romanza llena de melancolía, donde destacaría como recursos expresivos el pizzicato en las cuerdas y la tonalidad de si menor”.
Les recomiendo un vídeo de algo más de dos minutos, donde apreciarán el arte con el que Mozart nos regala este movimiento tan íntimo. Un pequeño frasco con la mejor esencia del músico.